El trayecto de las campañas presidenciales
ha sido breve y accidentado. Esta circunstancia no prevista por el IFE ni por
los partidos políticos, mucho menos por los candidatos, en la forma que se ha
dado, es lo que más define, en la recta final, las características de éstos, de
modo tal que ni las encuestas, por la manipulación de que son objeto, ni las
menciones en redes sociales, por la alteración de que son susceptibles con los llamados
“bots” (se refieren a una identidad virtual en línea que se utiliza para
multiplicar la presencia de mensajes) y de los “trolls” (personas contratadas
para realizar determinadas acciones desde un comando central y coordinadas para
desplegar ataques en las redes sociales), son definitorias, sino que tienden a
confundir más a quienes aún no han decidido por quién votar, en caso de que piensen
hacerlo.
En estas condiciones, en el cuartel de
Enrique Peña Nieto cunde la desesperación con todo lo acontecido previo y
posterior al 11-M en la Ibero y particularmente, con la investigación en el
Departamento de Justicia de Estados Unidos de los exgobernadores priistas Tomás
Yarrington y Eugenio Hernández por lavado de dinero del narcotráfico, al grado
que se ha discutido la posibilidad de substituir al candidato Peña Nieto… a
estas alturas.
Andrés Manuel López Obrador, cambia y
recambia su actitud de “amorosa” y tolerante a enconada y beligerante. No es
que le falte razón en respuesta a los ataques malintencionados que han
emprendido en su contra tanto Enrique Peña Nieto como Josefina Vázquez Mota,
particularmente a partir de que se ha colocado en los primeros lugares de la
contienda electoral, y están reeditando la “guerra sucia” de 2006 porque no les
queda de otra. El problema es: ¿Cuál de los dos amlos gobernaría de llegar a la
presidencia?, porque ataques… tendría de sobra.
En el cuarto de guerra de Josefina “es
un desmadre –dice Manuel Espino que conserva cercanía con panistas prominentes–
y para acabarla de amolar, no hay dinero”. La campaña de Vázquez Mota está
desfondada y sin posibilidades de siquiera llegar al final de la competencia.
Los calderonistas metidos a apoyarla están dedicados a quedarse con el partido;
saben que no van a ganar.
El “ciudadano” Quadri logró colocar a su
hijo como suplente del yerno de Elba Esther en la plurinominal; ¿pues no que ni
la conocía…? Así son los políticos.
Todo esto es sintomático para el perfil
del presidente que necesita México en estos momentos. El esfuerzo realizado por
los universitarios del Movimiento #YoSoy132 para organizar un debate entre los
presidenciables independiente de los “oficiales” es, sin duda, el mayor ejemplo
de civilidad que la ciudadanía y el sistema político hayan recibido, y cuya
aportación para la organización ciudadana y la participación directa en los
asuntos fundamentales del país –en este caso el proceso electoral–, vislumbra
un cambio definitivo en la vida democrática del país, más allá de que sólo tres
de los cuatro candidatos hayan aceptado debatir; de que la transmisión vía
Internet haya tenido innumerables “fallas técnicas” en todos los sitios
–¿supone bloqueos oficiales?–; de la negativa de canales de televisión públicos
y privados para reproducir el debate; hechos que sólo destacan la capacidad y
decisión de los jóvenes para afrontar los problemas y resolverlos con éxito.
Felicidades a #Másde131 y #YoSoy132, la
fuerza viva y esperanzadora de México.
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