viernes, 22 de enero de 2016

TERCERA LLAMADA

Reynaldo Mota Molina

El show mediático organizado por el gobierno de Enrique Peña Nieto con la re-recaptura de Joaquín Chapo Guzmán no es más que una mal hecha cortina de humo para distraer la atención pública de los verdaderamente asuntos trascedentes que afectan negativamente la vida y situación del pueblo mexicano quien, por otra parte, le hace el juego al gobierno peñista entreteniéndose con la novela al estilo Televisa con los actores Kate del Castillo, Chapo Guzmán y Sean Penn, como personajes centrales.

Es obvio que la nueva detención del criminal narcotraficante es una cuestión negociada porque así conviene al gobierno de Estados Unidos y para el de México era algo urgente. Así como los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, utilizaron al EZLN para distraer la atención pública nacional y mundial, hasta agotarlo, ahora Enrique Peña Nieto utiliza al Chapo Guzmán con el mismo fin, sin entrar al entramado de las tres fugas anteriores incluyendo la de Sinaloa, desenmascarar a los responsables y muchísimo menos, aplicar la justicia. La delincuencia organizada en nuestro país está organizada con delincuentes de todo tipo y políticos de élite mediante un pacto de impunidad. Todo el mundo lo sabe.

La eficaz cortinilla tantas veces probada, aunque mal hecha —tal vez el pueblo no merece algo mejor—, hace que éste se distraiga de los aumentos a los productos de la canasta básica que alcanzó un incremento del 38.7 por ciento en 2015, según la Asociación Mexicana para un Comercio Justo.

La brecha de la desigualdad social es brutal y alarmante. Según la ONG Oxfam, sólo 62 personas, las más ricas del mundo, controlan tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial, es decir, 3 mil 600 millones de personas, entre las que se encuentran millones de  mexicanos.

La riqueza de dichas personas se incrementó en 44 por ciento en solo cinco años, equivalente a más de medio billón de dólares, hasta alcanzar 1.76 bdd, mientras que la riqueza en manos de la población más pobre se redujo en 41 por ciento. Los ingresos promedio anuales del 10 por ciento más pobre de la población mundial, en quienes se concentra pobreza, hambre y exclusión, incluyendo mexicanos, han aumentado menos de un centavo al año, mientras que la mitad de la nueva riqueza ha ido a parar a los bolsillos de los más ricos.

Debido a la inestabilidad y al bajo crecimiento económico de México la fuga de capitales extranjeros está a la orden del día; tan sólo en el primer semestre de 2015 salieron 3 mil 214 millones de dólares. No hay cifra oficial a la fecha pero se estima que se han fugado 5 mil millones de dólares por lo menos, antes de la caída de los precios del petróleo mexicano que está en su nivel más bajo: 18.69 dólares el barril.


La devaluación del peso frente al dólar rebasó en una semana la barrera de los dieciocho pesos y se vendió en bancos a $ 19.10; un nuevo mínimo histórico que desde mediados del año pasado ha sufrido descalabros frente a la divisa estadounidense.

Durante los tres primeros años del gobierno de Enrique Peña Nieto se han cometido 56 mil 117 asesinatos en diversos estados de la República según cifras oficiales —lo cual quiere decir que son muchos más—. Los secuestros denunciados fueron 1 mil 306 y 5 mil 262 extorsiones reportadas a las autoridades. Todo esto a pesar de que en su campaña presidencial Peña Nieto se comprometió a reducir la violencia.
  
El show del Chapo Guzmán podrá distraer la atención de la gente durante algún tiempo —esta es la tercera llamada— pero es imposible tapar el sol con un dedo. Más temprano que tarde estos elementos, más los que se acumulen, explotarán en una nueva crisis que el pueblo mexicano, como siempre, tendrá que pagar… ¿O no?

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