miércoles, 29 de junio de 2011

UN HALO DE ESPERANZA

Reynaldo Mota Molina

Sí, esperanzador —la esperanza es una de las cualidades más profundas y sublimes del ser humano—, el encuentro del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza el poeta y escritor Javier Sicilia, y que integran miles de víctimas de la violencia, la injusticia, la impunidad y la corrupción del gobierno de Felipe Calderón y éste, precisamente, en el castillo de Chapultepec el jueves 23 de junio.

Acrisolar en puntos precisos el reclamo, la indignación y la impotencia de esas miles de víctimas de guerra, de homicidios diversos por comisión o negligencia de instituciones y autoridades, y de la desaparición de familiares, para presentarlos puntualmente y requerir su atención inmediata en un diálogo público con Felipe Calderón Hinojosa, que ostenta la investidura presidencial de México, tiene una importancia enorme y trascendental, desde el hecho mismo de que el Ejecutivo federal aceptara la convocatoria y lograr que se sentara en la mesa de diálogo, de guardar un minuto de silencio por los 40 mil muertos, de pedir perdón por las víctimas…

No se trata de establecer quién ganó o quién perdió en este encuentro —es demasiado pronto—, en todo caso, creemos que lo que se ganó es un espacio popular para exponer pública, abierta y directamente al “presidente” de la República y, así mismo, requerir su compromiso de solución a los reclamos de justicia allí presentes, en un hecho sin precedente en la historia del país.

Naturalmente que hay muchos “asegunes” por ambas partes. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad es surgido del dolor de un padre cuyo hijo fue ejecutado por el crimen organizado —cuya pena es inimaginable— y la ineficacia de las autoridades para impartir justicia. En sus marchas pacíficas de protesta a la ciudad de México y a Ciudad Juárez, Chihuahua, desde Cuernavaca, Morelos, ha aglutinado miles de voces y conciencias que claman lo mismo: ¡Justicia! desde los más diversos ángulos de la ignominia de cada caso y buscan en el Movimiento un conducto a través del cual puedan lograrla puesto que en lo particular, en la mayoría de éstos, ni siquiera han sido debidamente escuchados.

Con la participación de familiares de las víctimas, organizaciones ciudadanas y activistas de derechos humanos, se está construyendo el movimiento por la paz a través de un sinuoso y largo camino extraordinariamente difícil de recorrer por los mil y un riesgos que lo acechan y, sin embargo, fue capaz de encarar a Calderón: “¿Les parecemos bajas colaterales, números estadísticos, el 1 por ciento de los muertos? De cara a esa justicia que reclamamos, venimos hasta aquí, en primer lugar a que reconozcan la deuda que el Estado mexicano tiene con las víctimas, con sus familias y la sociedad entera”.


En Calderón francamente no creemos. ¿Acaso acudió al diálogo porque políticamente le convenía mostrarse “accesible” en vísperas de los procesos electorales?

Sin ocultar la mano dura con que golpeó varias veces el atril —signo más de debilidad que de fortaleza— se hizo acompañar por Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, a pesar del repudio del movimiento por la paz por su ineficacia; defendió una y otra vez su posición de que no fue un error llevar al Ejército a las calles y de seguir combatiendo a los criminales con las fuerzas federales y declaró, una vez más, que está dispuesto a rectificar, “nada más quiero ver con claridad en qué exactamente”.

Finalmente se establecieron compromisos para atender los casos emblemáticos ahí presentados, la apertura de un fideicomiso para gastos de un monumento a las víctimas y placas conmemorativas, además de una comisión de seguimiento que se reunirá dentro de tres meses.

Es apenas un resquicio que logra el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad; corresponde a todos apoyarlo activamente para obtener mayores logros tangibles que tengan por resultado la paulatina aplicación de la justicia y la recuperación de la tranquilidad ciudadana. Queremos creer que así será.


Habrá que explicarle otra vez a Calderón, con claridad exacta, cuáles son y cómo aplicar los cuatro ejes que Edgardo Buscaglia ha venido repitiendo desde hace más de cuatro años para combatir EFICAZMENTE al crimen organizado, en todas sus estructuras, sin necesidad del Ejército en las calles.
































No hay comentarios:

Publicar un comentario