viernes, 3 de junio de 2011

¿QUÉ PIENSA LA CIUDADANÍA?

Reynaldo Mota Molina


Recordamos que cuando Carlos Salinas de Gortari accedió al máximo poder político en 1988 mediante un gran fraude electoral que cimbró a la nación, incluyendo la “caída del sistema” de cómputo, su primera expresión jubilosa a Raúl Salinas Lozano, su señor padre e influyente político, fue: —palabras más, palabras menos— “nos tardamos 25 años en llegar… pero por fin, ya estamos aquí”. Nunca imaginamos el alcance de tal manifestación, pero a lo largo de su sexenio, con todo el poder presidencial de esa época, tejió una extensa y poderosa red de complicidades con las élites del poder político, empresarial, eclesiástico y otros más. El narcotráfico tuvo un auge como no lo había tenido, aunque soterrado.


La reprivatización de la banca nacionalizada por López Portillo y la venta de empresas públicas, entre ellas Teléfonos de México, pero además, ingenios azucareros, mineras, hoteles, inmobiliarias, astilleros, siderúrgicas, aseguradoras, complejos industriales, canales de televisión y muchas más; concesiones de autopistas a particulares y la apertura a franquicias extranjeras: McDonald’s, Burger King, cadenas de pizzas; Wal-Mart, Price Club, etcétera, significaron a Salinas un sólido liderazgo político y económico que no sólo conserva hasta hoy sino que le ha permitido entronizarse como jefe virtual del grupo que maneja los destinos del país.
Por cierto, la reprivatización de los bancos fue un fracaso total porque se vendió a precios de regalo a amigos inexpertos, pero incondicionales, que derivó en un rescate bancario para el cual se creó el Fobaproa cuya deuda estamos pagando todos a través del Ipab —que nos endilgaron Zedillo y Calderón—, y nos quedamos sin bancos, porque hoy todos son extranjeros.


El grupo que lidera Salinas, entre los que se cuentan los empresarios y los políticos más poderosos, sin importar a qué partido pertenecen, determina a su conveniencia el rumbo de la nación mexicana. Así vimos cómo en el año 2000, ante el hartazgo de la gente por los abusos y excesos del PRI, se consideró conveniente la “alternancia”. Se diseñó una eficaz estrategia de mercadotecnia política por manos extranjeras, se impuso a Vicente Fox como el “producto” ideal, se echó a andar oportunamente con todos los recursos, y con la saciedad de la ciudadanía como factor preponderante, se convenció a ésta de que era el momento “del cambio”, y la masa se volcó llena de esperanza, finalmente frustrada y burlada, pero el grupo ganó millonadas y algunos se colocaron entre los hombres más ricos del mundo.


En el 2006 surgió Andrés Manuel López Obrador, que era ajeno a los planes del grupo de poder, y se le atacó de mil formas, con desafuero, videoescándalos y ferocidad mediática; “un peligro para México” era lo menos que se repetía con insistencia. Como contraparte pusieron al panista Felipe Calderón que se amoldaba a las conveniencias de todos y lo llenaron de virtudes. Desataron una guerra de odio entre la población que todavía tiene dividido al país y dicho grupo de poder mostró su verdadera cualidad de mafia. A pesar de todo, tuvo que recurrir al fraude electoral para sentar en la silla presidencial a su elegido. Ahora, definitivamente, algunos ocupan el título del “hombre más rico del mundo” incluyendo al narcotraficante Joaquín “Chapo” Guzmán, mientras el país se ahoga sumergido en un mar de sangre y violencia a consecuencia de la guerra fracasada de Calderón contra el narcotráfico, emprendida con el fin de legitimarse.


Para el 2012 la mafia quiere recuperar la ostentación del poder con todo lo que implica —no el poder en sí, creemos, porque este lo tiene y lo aplica de las más diversas formas: compra de voluntades, tráfico de influencias, etcétera— y para disfrazar la imagen de dinosaurio encuentra en Enrique Peña Nieto la figura del Canal de las Estrellas para atraer a las urnas al 80 por ciento del teleauditorio nacional.


De ser así estaríamos regresando 159 años de historia, cuando Antonio López de Santa Anna, después de seis años, regresó para “salvar” al país; lo nombraron Alteza Serenísima y ese mismo año entregó a Estados Unidos más de la mitad del territorio mexicano.


¿Qué piensa la ciudadanía?

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