martes, 22 de marzo de 2011

¿VENGANZA O JUSTICIA?

Reynaldo Mota Molina

La mentalidad del general brigadier retirado del Ejército Mexicano, Carlos Viviano Villa Castillo, expresada con toda crudeza en su desempeño como director de Seguridad Pública de Torreón, Coahuila, en entrevista con la periodista de La Jornada Sanjuana Martínez el fin de semana pasado, deja al descubierto una nueva faceta social que es producto tanto de los códigos militares como del hartazgo de la ciudadanía, particularmente de quienes viven cotidianamente en carne propia los estragos de la estúpida “guerra” de Felipe Calderón Hinojosa contra el narcotráfico.

El general retirado Villa Castillo, descendiente de la familia de Doroteo Arango, Francisco Villa, tuvo expresiones tales como: “El personal militar está adiestrado para el combate. No se raja” (…) “los correteamos a ellos (los delincuentes) y donde los alcanzamos los matamos. Aquí hay que romperle la madre al cabrón que ande mal” (…) “Me gusta la adrenalina. Venir a patrullar. Cuando agarro a un Zeta o Chapo lo mato. ¿Para qué interrogarlo?” (…) “Yo desconfío de la Policía Federal porque ellos no matan, nomás agarran. Y el Ejército y la Marina matan” (…) “El otro día nos tocó ir a matar allí (cerro de Las Noas) a seis cabrones y los matamos. ¿Cuál es el problema?” (…) el trabajo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos —dice— “es bueno, pero no cumple sus funciones. Debería proteger al lastimado y parece que defiende al delincuente”…, y muchas expresiones más en la larga audiencia.

Entrevistado posteriormente por Carmen Aristegui en su noticiario de MVS falseó algunas de sus afirmaciones y finalmente envió una carta disculpándose y contradiciendo algo de su dicho que consta en la grabación de la entrevista original.

La divulgación de sus conceptos a rajatabla ocasionó todo tipo de comentarios y reacciones del público a favor y en contra de la actitud del responsable de la seguridad pública de Torreón, transferido a la postre a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Quintana Roo. Llama poderosamente la atención que un alto porcentaje de estas reacciones apoyan y justifican la cruda actuación del funcionario y piden que dicha actitud debe generalizarse entre los responsables de la seguridad pública aunque sea violatoria de los derechos humanos; claman venganza, más que justicia, contra los delincuentes ante los destrozos humanos que causan con violaciones, secuestros, mutilaciones, muertes con saña inaudita; por la saciedad de la violencia exacerbada y la impunidad, así como por la ineficacia, corrupción y complicidad de las instancias procuradoras de justicia.

Este es otro tipo de daño social ocasionado por la tal “guerra” de Calderón. Los miles o quizá millones de afectados directos piden venganza, ya no justicia; síntoma inequívoco de la patología social que en diversas regiones, principalmente del norte del país, muestra actitudes de la sociedad desesperada que van desde la tristeza y la rabia hasta la desilusión, la inmovilidad y la decepción, según especialistas en tanatología, que estudian el fenómeno de la muerte.

La Secretaría de Salud (SSA) a través del titular de Servicios de Atención Psiquiátrica, Carlos Campillo, afirma que los padecimientos mentales están por encima incluso de los cardiovasculares y del cáncer y asegura que uno de los mayores obstáculos para el tratamiento de estas enfermedades, además de la ignorancia sobre ellas, es el estigma social que sufren los pacientes. Por lo menos uno de cada 20 mexicanos —dice— sufren de estos padecimientos mentales, entre ellos la esquizofrenia, el déficit de atención, el trastorno bipolar y todas las psicosis.

Ante la ausencia de justicia la indignación de la sociedad está en aumento porque cada día los daños crecen y el número de ciudadanos afectados es mayor, pero por otra parte el tejido social se deshace y se convierte en masa indefensa y vulnerable.
¿Qué va a pasar?
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