martes, 3 de enero de 2012

2012

Reynaldo Mota Molina

No podemos hablar del 2012 sin dejar de hacer algunas consideraciones del 201l, por ejemplo, en lo personal, la enorme experiencia de haber perdido la vista a causa de un mal tratamiento médico afectando la totalidad de mis actividades, entre ellas la de escribir, que me mantuvo fuera de estos espacios durante los últimos tres meses del año. La vida no me será suficiente para agradecer a Dios su misericordia por permitir mi recuperación visual, hasta ahora en un 90 por ciento, y al doctor homeópata Francisco Javier Ortiz de Anda, su profesionalismo y empeño para lograr este alivio.

Por otra parte, la gran pena de perder a un viejo y querido amigo como don Fortunato Ramírez Camacho; la reciente pérdida de un sobrino político, Juan Carlos Tello, así como la inconmensurable alegría del nacimiento de mi tercer nieto, Isaac Reynaldo, el mismo día de mi cumpleaños. La omnipotencia de Dios manifiesta en nuestra vida cotidiana. Bendito sea.

A lo largo del año que acaba de concluir hemos sido testigos de las altas y las bajas en el mundo, particularmente las de nuestro querido país, México, que los políticos se empeñan en que sean más las bajas que las altas. Ellos mismos provocan la reacción de la sociedad civil que día a día está más inconforme y participativa en el acontecer nacional gracias a las herramientas que la tecnología moderna permite a través de las llamadas redes sociales, que ya en otros países de Asia y Europa se han bien utilizado para derrocar regímenes autoritarios y para manifestar su rechazo a las políticas abusivas de los malos gobiernos. En estas expresiones la participación de los jóvenes es, afortunadamente, sobresaliente y definitiva.

Sin embargo, una de las mayores preocupaciones ahora es la acción del gobierno calderonista en contra de los defensores de los derechos humanos sobre quienes ha centrado su abominación y su intolerancia. Para Felipe Calderón Hinojosa no bastan los ya más de 60 mil muertos por causa de su guerra estúpida –por decir lo menos- dizque en contra del narcotráfico; cualquier voz o figura que se alce en reclamo de justicia es sospechosamente silenciada y criminalizada a priori en medio de la impunidad más absoluta.

El engendro de la clase política que nos domina es producto de la indolencia de la ciudadanía del siglo XX, que embaucada con el falso paternalismo priista, no se dio cuenta que perdió valores cívicos y éticos que hoy salvaguardarían la vida política nacional.

En este pórtico nace el año 2012 cobijado con no muy buenos augurios en el campo de los comicios más numerosos y truculentos de los últimos años. No es casual la declaración de Felipe Calderón en el sentido de que los procesos electorales están “contaminados” por el narcotráfico, lo que dio pie a la anulación de las elecciones de Morelia, Michoacán, de noviembre del año pasado. Este hecho vislumbra la posibilidad de anulación de la gubernatura de dicho estado que artificiosamente quedó en manos del PRI. Si usted lo recuerda, aquí mencionamos hace algunos meses la posibilidad de las artimañas del gobierno de Calderón para inclinar a favor del PAN, con todo el poder de que dispone, los resultados electorales. El caso Michoacán es evidente porque se trata de la hermana del propio presidente de las manos de sangre, Luisa María Calderón Hinojosa, Cocoa.

Esto es apenas una pincelada de lo que nos espera en 2012. Es imperioso que los electores que participaremos en dicho proceso estemos dispuestos a asumir nuestra responsabilidad ciudadana con convicción y energía para impedir maniobras fraudulentas de las que más tarde tengamos que arrepentirnos.

Preparémonos para dar a nuestro voto el valor y la fuerza que verdaderamente contiene, si queremos.

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