miércoles, 30 de abril de 2014

REACCIÓN CIUDADANA

Reynaldo Mota Molina


Es alentador ver la reacción ciudadana, aunque un tanto tardía y desarticulada, ante los excesos que el gobierno de Peña Nieto intenta imponer a través de las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones traicionando las reformas constitucionales que en esta misma materia el propio Peña promulgó el año pasado con bombo y platillo; ambas iniciativas presentadas por él mismo. ¿Cómo se puede uno traicionar a sí mismo…?

Esta reacción de rechazo al abuso del poder y la convulsión interna que vive el PAN, indispensable para los propósitos de Peña Nieto de acuerdo al “Pacto por México”, de infeliz memoria, hicieron que el dictamen de dicha reforma, junto con la Energética, que son ejes principalísimos de la vida presente y futura del país por su extraordinaria trascendencia, se pospusieran hasta el mes de junio en un periodo extraordinario de sesiones del Congreso de la Unión.

Esto que aparentemente suena bien porque supone mayor tiempo de análisis y debates profundos de los legisladores para dictaminar leyes reglamentarias acordes a las reformas constitucionales en vigor, a favor de la ciudadanía —que debería ser su enfoque único y central—, sabemos que no es así porque, desgraciadamente, sus intereses están al servicio de las cúpulas políticas y empresariales que son las que determinan que sí y que no es lo que queda establecido que beneficie su particular provecho.

En estas circunstancias es la sociedad civil —el ciudadano de a pie— la que puede y debe hacer valer los derechos que le otorga la Constitución, como en este caso se ha manifestado con gran fuerza a través de las redes sociales mayormente por jóvenes, casi el único medio eficaz de que dispone y de otros como la “cadena humana” que se llevó a cabo el sábado 26, aunque fuerzas del Estado Mayor no le hayan permitido llegar a la residencia presidencial de Los Pinos para manifestar su protesta.


Es mucho y muy grande lo que está en juego y por lo tanto, debemos, sí, DEBEMOS porque nos afecta directamente, estar muy al pendiente de lo que suceda en el proceso legislativo para manifestarnos por todos los medios posibles exigiendo el respeto a nuestros derechos democráticos.

Por lo pronto, el Congreso se abocará a sacar adelante con carácter de urgente el embrollo en el que está metido con la reforma Político-Electoral, dizque para quitar a los gobernadores la manipulación de los procesos electorales estatales —el periodo ordinario termina el 30 de abril por una parte, y por la otra, el proceso electoral 2015 inicia en octubre próximo—. Con ese fin se creó el Instituto Nacional Electoral (INE), que coordinará los comicios estatales junto con los órganos electorales locales (o sea…) en substitución del Instituto Federal Electoral (IFE), y la rebatiña de los partidos políticos está a la orden del día, pero además, la Procuraduría General de la República (PGR) queda convertida en Fiscalía General con autonomía institucional a partir de 2018…

Dice el sabio dicho popular: “Piensa mal y acertarás…”. Dicha reforma contiene muchos ángulos agudos imposibles de dictaminar eficazmente en un tiempo tan corto y habiendo tantos intereses encontrados de por medio, por lo que tendrá que reglamentarse sobre las rodillas y después, pues ya veremos… así es la política mexicana.

Pero todo esto nos hace pensar que las doce reformas constitucionales aprobadas en 2013, de las que tanto se ufana Peña Nieto, tienen dos fines fundamentales: Atosigar a la opinión pública con tantos temas tan distintos y complejos y sin información confiable suficiente, que termine por aceptar lo que le impongan y, por otra parte, mediante el embrollo electoral, institucionalizar los fraudes que ya probó en 2012 para perpetuarse el PRI en el poder en todo el país. Para eso regresó…   

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