jueves, 14 de abril de 2011

SIN RESPUESTA

Reynaldo Mota Molina

Ninguna autoridad ha respondido a los llamados de pactar con el narco la tranquilidad de la población civil y de evitar los asesinatos de inocentes, como se hizo durante décadas en el pasado; sí, en cambio, al parecer, el cártel del Golfo pide a la población morelense “mantener la calma” porque “muy pronto regresará la paz a Morelos porque ellos se van a hacer cargo de los secuestradores, extorsionadores y asesinos”, en sendas narcomantas —forma de comunicación de la delincuencia— exhibidas en los puentes fatídicos de Galerías y de Burgos en Cuernavaca, que fueron retiradas por elementos de Seguridad Pública y entregadas a elementos de la 4ª Zona Militar para las indagatorias correspondientes, según el noticiario de Carmen Aristegui en Noticias MVS. Oficialmente las autoridades estatales no han informado sobre el hecho y desconocen qué corporación retiró las mantas.


Esto da la medida del grado de ingobernabilidad que reina en el país, de la incapacidad de las autoridades en todos sus niveles para imponer orden y de la indolencia con la que se mueve el gobierno de Felipe Calderón en ésta SU estúpida guerra.


Por sometimiento a Estados Unidos, por conveniencia o por ambas cosas, Felipe Calderón es incapaz de atacar el patrimonio financiero y económico de los cárteles de la droga —órgano vital de la delincuencia organizada para el lavado de dinero— como tantas veces se le ha sugerido en forma privada o pública desde hace más de cuatro años. Edgardo Buscaglia, investigador, catedrático y experto en temas de seguridad de la ONU, ha sostenido una y otra vez que la información detallada con nombres, cifras, ubicaciones, enlaces y demás, de las empresas legales e ilegales involucradas, la tiene Calderón en su escritorio sin que hasta este momento haya mostrado la menor intención de utilizarla para empezar a resolver el gran problema que los gobiernos panistas han amamantado.


Los dividendos que ambos gobiernos obtienen con el negocio de la droga y de las armas, según piensa mucha gente, deben ser inimaginables, tanto, que están sostenidos por 40 mil muertos más los que siguen, garantizados por la impunidad más absoluta.


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