jueves, 20 de enero de 2011

“¡YA BASTA DE SANGRE!”

Reynaldo Mota Molina

Tienen razón quienes piensan que los medios de comunicación, en términos generales, dedican grandes espacios a la información sobre los hechos de violencia generados por la “guerra” de Felipe Calderón Hinojosa —que ya se le olvidó cómo la empezó—; sin embargo, lamentablemente él y su gobierno nos han llevado a una cotidianidad macabra imposible de pasar por alto o de minimizar —¡qué más quisieran ellos!—, por eso no se ponen de acuerdo en el número de muertos y una dependencia contradice a la otra tratando de reducir su impacto en la ciudadanía.

El daño a la sociedad y a la nación es muy grande y de tal naturaleza que “bajarle” a esta información sería igual de criminal porque el daño está ahí, dentro, y sigue creciendo; soslayarlo sería complicidad y traición a quienes quieren saber qué sucede verdaderamente. No es una tarea grata, ciertamente, pero es la realidad que nos ha tocado vivir.

Los pasos de la Colombianización del país continúan adelante por la esquizofrenia del gobierno calderonista pese a las advertencias que se le han hecho en todos los tonos e idiomas y que ha ignorado ¿quién sabe por qué razón? El caso es que en la escalada de violencia criminal han sido ejecutados un candidato a gobernador, un exgobernador, tres alcaldes y jefes policiacos de diversas corporaciones. De militares no se sabe porque todo lo ocultan en eso de la disciplina militar. Pero es previsible pensar en lo que sigue.

Por el otro lado, el secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP), Alejandro Poiré, presume que el 51 por ciento de los líderes criminales más peligros del país, según listado de la PGR, han sido capturados o abatidos con lo que se ha aplicado un severo e irreparable daño a las estructuras del crimen organizado y en la misma proporción se ha cumplido con el objetivo, por lo que la tendencia de muertes violentas en este rubro ha disminuido.

Tales afirmaciones son cuestionables porque la realidad las contradice; según cifras del mismo gobierno federal, la violencia criminal sigue al alza y cada vez más sectores de la sociedad en el territorio nacional son sometidos por el narcoterrorismo y afectados tanto por confrontaciones armadas con las fuerzas del orden, como por abusos y violaciones de estas en contra de la población civil.

Con la característica insensibilidad panista, las afirmaciones del portavoz oficial tienen un tufo político ajeno a la gravedad del problema de la seguridad pública pero acorde a los intereses del PAN y poderes fácticos que lo acompañan en vísperas de las elecciones en el estado de Guerrero y de las próximas en Michoacán, casualmente, ambos de filiación perredista. Poiré afirmó que los homicidios ocurridos en Acapulco, el pasado fin de semana —más de 30— fueron consecuencia de la inacción del gobierno estatal, descargando todo el peso del combate a la delincuencia en éste y utilizándolo como instrumento para golpear a un partido de oposición, bueno, si es que se le puede llamar así. Digamos, contrario.

En Michoacán está demostrada claramente la estrategia: En mayo de 2009 el gobierno federal detuvo a 30 funcionarios públicos estatales y municipales, caso conocido como el “michoacanazo”; meses después 29 fueron liberados después de establecerse su inocencia, pero el golpe estaba dado. Y golpe dado ni Dios lo quita.
Siguiendo la lógica panista, si en cuatro años han acabado con la mitad de delincuentes peligrosos, entre los que, naturalmente, no está incluido Joaquín, El Chapo, Guzmán, ¿de veras creerán que con la aniquilación de los narcos “principales” ganan la guerra y se acaba el narcotráfico? ¿De verdad los llena de orgullo la orgía de violencia? ¿No están hartos de sangre? Porque nosotros sí, por eso nos unimos a la campaña iniciada por el caricaturista Eduardo del Río (Rius) y otros colegas suyos:

“NO + SANGRE”; “¡YA BASTA DE SANGRE!”
Para ampliar las imagenes dar clic en ellas.

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