jueves, 17 de junio de 2010

CIRCO SIN PAN

Reynaldo Mota Molina

Las graves crisis generadas por el gobierno de Felipe Calderón tienen reducido al país a solamente circo, ya ni siquiera hay pan, —pan de alimento, claro— y dentro del espectáculo se le ocurre desenterrar los restos mortales de los héroes que nos dieron patria que descansaban en el monumento de la Independencia de la ciudad de México, sin mayor razón ni fundamento. Nadie sabe, a ciencia cierta, para qué.

Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, José María Morelos y Pavón, Mariano Matamoros, Mariano Jiménez, Francisco Xavier Mina, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Andrés Quintana Roo, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria, según versión de la historiadora María del Carmen Vázquez Mantecón, en primera instancia fueron trasladados de diversos estados a la bóveda del Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana, donde permanecieron desde 1823 hasta 1895, cuando fueron movidos a la capilla de San José, del mismo recinto religioso, para salvaguardarlos del abandono en que estaban, durante una ceremonia fastuosa encabezada por Porfirio Díaz.

En 1925 Plutarco Elías Calles, conocido por sus recelos con la Iglesia católica, ordenó su traslado al Ángel de la Independencia en una procesión en la que se eliminó cualquier referencia religiosa. Ochenta y cinco años después, Calderón pretextó la gesta heroica “para llamar a festejar jubilosos a la patria y preservar nuestra sagrada libertad”.

Creemos que más bien fue para llamar la atención y distraerla de los males que aquejan a la nación porque, ¿cómo se festeja a la patria exhibiendo los restos de los héroes? ¿Cómo se preserva nuestra sagrada libertad estando sometidos a lo que dictan las grandes potencias económicas, las transnacionales y los poderes fácticos? ¿Cómo se preserva nuestra sagrada libertad, pisoteándola, como lo hacen él y su gobierno y vendiendo a la patria?

En este circo la gente común estuvo detrás, como siempre, mirando las enormes pantallas; los espacios privilegiados estuvieron reservados para el gabinete, algunas otras “personalidades” y mil 600 militares y marinos que resguardaban el cortejo.

Hecho esto, Calderón se fue al Mundial de futbol a presenciar el partido inaugural en el que empató México pretextando, cínicamente, una gira de trabajo. ¡Uuuh!
Hoy por cierto, la Selección Nacional de futbol jugó como siempre y ganó como nunca. ¡Felicidades!
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