martes, 20 de abril de 2010

SOBERANÍA PERDIDA, TERRITORIO EN RIESGO

Reynaldo Mota Molina

No es cosa menor lo que vive México en estos días, ni las consecuencias inmediatas, a mediano y a largo plazos, que tendrá la entrega del país a los Estados Unidos mediante la “ayuda” implorada por el gobierno de Felipe Calderón para continuar librando una “guerra” contra el narcotráfico que, por su estupidez, estuvo perdida desde el primer día en que envió al Ejército Mexicano a “combatirlo”.

Tampoco se trata de estar abundando en un tema reiteradamente —en realidad nos causa náusea—, sin embargo, el ver pisoteada impunemente la soberanía de la nación y el entreguismo del gobierno y del Ejército Mexicano a sabiendas de que nada positivo se logrará, nuestra indignación se rebela.

Estamos viviendo la época de Antonio López de Santa Anna, retrocediendo 162 años de historia, cuando México perdió más de la mitad de su territorio para convertirnos, de facto y por lo pronto, en un protectorado de Estados Unidos; después…

Un informe reciente del Servicio de Investigaciones del Congreso (CRS) estadounidense establece que “no hay avances significativos” en la lucha militarizada contra el narcotráfico que emprendió el presidente Felipe Calderón, por lo que es urgente una mayor intervención del Pentágono. Y continúa: “El tráfico de narcóticos de México representa una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, y por ello se necesita y se debe ampliar el papel del Pentágono en la lucha contra el narcotráfico de ese país”. “El Departamento de Defensa de Estados Unidos cuenta con el personal militar especializado, con el equipo, los recursos y los conocimientos necesarios para ayudar a los gobiernos extranjeros a contener a las poderosas organizaciones del tráfico de drogas”, posición ante la cual, el gobierno calderonista simplemente se agacha.

Y es que —todos lo sabemos— el gobierno está metido hasta el tuétano en el narcotráfico; es parte de él. Dicho informe lo corrobora: “La solución del problema de la violencia en México relacionada al trasiego de las drogas podría tomar varios años, posiblemente más de una década. Lo preocupante es que el retraso de la solución del problema de la violencia está vinculado directamente a la corrupción por narcotráfico que cala a todos los sectores del gobierno mexicano”. “Se ha comprobado que algunos criminales han tenido bajo su nómina de pagos a altos funcionarios de secretarías de Estado y otras dependencias mexicanas, como la Procuraduría General de la República (PGR); pero del combate a la corrupción se encarga el mismo gobierno mexicano”. “Lo grave y lamentable de todo esto sería que la estrategia de cooperación tan importante y delicada como la que hay entre los dos países, termine siendo un infructuoso esfuerzo más por acabar con el narcotráfico mexicano, debido al problema de la corrupción que corroe a las policías municipales, estatales y federales en las que recae la responsabilidad de la lucha contra el narcotráfico”.

Los hechos lo confirman. Según la Oficina Federal de Investigación (FBI) la organización de “El Chapo” Guzmán logró el control total de la plaza de Ciudad Juárez, considerada la principal entrada de enervantes a Estados Unidos, luego de dos años de intensos enfrentamientos con la organización de Vicente Carrillo Fuentes, a pesar de los más de 5 mil elementos de la Policía Federal destacados recientemente como fuerza de apoyo, según Facundo Rosas Rosas, coordinador general de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), y de la coordinación operativa del Ejército Mexicano.

Obviamente, estos “logros” del crimen organizado son posibles solamente mediante la complicidad de las propias autoridades y de los organismos involucrados. Un círculo vicioso sin fin que tiene en alto riesgo al territorio nacional.
Y el resto de los mexicanos, ¿qué hacemos?
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