miércoles, 5 de febrero de 2014

PACTOS ¿POR MÉXICO?

Reynaldo Mota Molina

El gobierno de Enrique Peña Nieto se estrenó con el famoso “Pacto por México” suscrito por los consabidos partidos políticos PAN-PRD-PRI que en la práctica —más allá de los discursos y la manipulación mediática— sirvió para facilitar la aprobación de las reformas constitucionales con las que Peña Nieto estaba comprometido con los poderes fácticos externos e internos que lo llevaron a la silla presidencial, cuya cereza del pastel  era la energética incluyendo el patrimonio nacional más preciado de los mexicanos, el petróleo, quedando así a su entera disposición.

Esta es la convicción que prevalece en observadores y analistas no alineados. Todos somos testigos que el Congreso sólo sirvió para “legitimar” las iniciativas negociadas en lo obscurito entre los partidos tratando de llevarse cada uno la mejor tajada; así sucedió con la “reforma” fiscal, la financiera, la de telecomunicaciones y, por supuesto, la energética, puesto que diputados y senadores —inútiles unos y otros para la representatividad ciudadana, supuestamente, su razón de ser— aprobaron sobre las rodillas, así, rapidito, sin interés real de analizar, discutir, discernir y mucho menos pensar en el bien de la nación ni de sus habitantes. Los más las aprobaron sin siquiera haberlas por lo menos leído, a pesar de la enorme importancia y trascendencia para la vida nacional presente y futura.


 Lograda la encomienda de Peña Nieto y con el beneplácito de los poderes fácticos el “Pacto por México” empezó a desmoronarse y con la salida de los perredistas, porque no quedaron satisfechos con la rebanada que les tocó, el pacto está prácticamente liquidado; es decir, ya cumplió para lo que fue creado, lo que demuestra una vez más que solo fue un engaño a la ciudadanía y manipulación del gobierno para obtener sus fines.

¿Qué va a pasar con el otro pacto, el acuerdo para la seguridad de Michoacán? En resumidas cuentas es más de lo mismo: la militarización de la mayor parte del estado, como ya sucedió antes, en los tiempos funestos de Calderón en el propio Michoacán, Ciudad Juárez y Tamaulipas para sólo mencionar unos ejemplos, que solo llevaron abusos exacerbados y mayor corrupción militar y policiaca ante la más absoluta impunidad, incrementando el número de asesinatos y crímenes de todo tipo.

Nuevamente insistimos en lo fundamental, en lo que no se toca por parte de las autoridades competentes: el lavado de dinero, la estructura financiera y empresarial, el flujo del dinero de los Caballeros Templarios… ¿por qué?

Si acaso el gobierno federal llegara a atrapar o eliminar a los siete cabecillas que exigen las autodefensas ciudadanas, de los que hasta ahora han aprehendido a dos chivos expiatorios, todos sabemos que no es la solución, sino el mecanismo para la proliferación de nuevas células delincuenciales; los propios Templarios son evidencia de esto.
¿…Y cuando se retire el ejército? —porque tendrá que hacerlo— ¿Qué o quien garantiza que no retornará la violencia en la región, quizá con mayor virulencia, embozada en cualquier otro cártel.

¿Qué va a suceder con las autodefensas ciudadanas y comunitarias? Por una parte el gobierno “institucionaliza” su figura en Michoacán pero tiene presos a algunos de sus integrantes y a varias decenas de las autodefensas de Guerrero, que tienen origen similar a las de Michoacán.


Está visto que los pactos “por México”, son precisamente lo contrario.

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