martes, 7 de agosto de 2012

AFRONTAR EL RIESGO

Reynaldo Mota Molina

Decidido a volver a Los Pinos a como diera lugar y al costo que fuera, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) armó una compleja trama para financiar la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto con dinero proveniente de diversas fuentes y hasta de países extranjeros como España, Israel, Italia y Estados Unidos, así como del presunto lavado de dinero del narcotráfico, según las investigaciones que se llevan a cabo.
La compra de millones de votos como elemento fundamental para asegurar el resultado de la “elección” garantiza a los “inversionistas” el rédito correspondiente y al partido la recuperación del poder absoluto para ocultar las negociaciones del entramado en la más profunda oscuridad y olvido. Todo es cuestión de que transcurra el tiempo establecido para que Peña Nieto sea ungido presidente de la República, a la vieja usanza priista, y toda pretensión de esclarecimiento del fraude electoral se quede en el camino, lo mismo que la pretendida anulación de la elección por las irregularidades expuestas.
Por eso resulta intrascendente que el PRI reconozca ahora lo que antes negó: la contratación de empresas mercantiles para transferencia de recursos a su estructura electoral, prohibida por las leyes electorales, y más, contando con la complicidad de los tribunales. El PRI sigue apostando a que todos somos idiotas y creamos que verdaderamente se ciñó a los 332 millones de pesos que les regalamos para hacer la pantomima democrática.  
La cuantiosa —cuantiosísima— inversión en especie y en dinero con que los poderes fácticos compraron la presidencia de México a través de Enrique Peña Nieto implica que tendrán secuestrado al país: Televisa, Tv Azteca, los de aquí, los de allá y todos los que a partir de que éste rinda la protesta de rigor, estarán reclamando el pago de sus dividendos durante los próximos seis años. Tal vez Peña no pueda vender territorio, pero pondrá especial empeño en el patrimonio nacional con Pemex por delante, la educación y la seguridad social.
Con la educación tecnológica universitaria, es decir, el nivel técnico, no de desarrollo, continuará proveyendo la mano de obra calificada barata a Estados Unidos, España, Israel, Alemania y otros países europeos cuyos beneficios se quedan allá, mientras el país continuará estancado en la ignorancia y la economía improductiva porque en la pobreza, la masa es manipulable en beneficio de quienes la manejan.
Con el esbozo de estas perspectivas nada halagadoras podemos ver lo que el porvenir nos depara con el PRI en Los Pinos. La figura de Enrique Peña Nieto es irrelevante; es sólo el gancho para atraer a los incautos. Nunca pensamos que hubiera tantos en México.

Los salinistas se aprestan a tomar el poder real en las posiciones que ya habían determinado. Vuelven Pedro Aspe Armella, José Córdoba Montoya, entre otros, que fueron piedras angulares en la estructura de Carlos Salinas, aunque tal vez no aparezcan como figuras de primer nivel. La gente más cercana de Enrique Peña Nieto tiene nexos directos con los salinistas que iniciaron la debacle del país en el funesto sexenio 1988-1994, como es Luis Videgaray, brazo derecho de Peña Nieto.
Por eso es indispensable mantener con toda la fuerza la inconformidad a la imposición de Enrique Peña Nieto y el reclamo de invalidez de la elección.
Siempre será mejor afrontar el riesgo de invalidar la elección presidencial que aceptar la imposición autoritaria de los poderes fácticos.

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