jueves, 11 de diciembre de 2008

ÉPOCA DE POSADAS

Por Lic. Reynaldo Mota Molina

Diciembre es un mes pleno de festejos y fiestas comunitarias y familiares; afloran sentimientos y anhelos, grandes alegrías y nostalgias y renovados propósitos para el nuevo año que está próximo a llegar. Es también una nueva oportunidad para preservar una bella tradición en vías de extinción: las Posadas Mexicanas, en preparación de la Natividad del Niño Dios, y la instalación del “Nacimiento” con figuras de barro, que nos da la ocasión de desarrollar la convivencia de la familia.


Todavía es posible —a pesar de la difícil situación económica— organizarse con los vecinos para adornar la calle y las casas con heno, papel de colores y faroles para realizar las nueve jornadas, bien sea por barrios o colonias, y revivir la esencia de esta tradición.


El día 16 inician dichas jornadas en memoria de los nueve meses de embarazo de la Virgen María concluyendo el día 24, víspera del nacimiento del Hijo de Dios. El rezo del Rosario es, precisamente, en honor de la Virgen María para acompañarla en su peregrinar de Nazaret a Belén junto con San José y el Niño Jesús en su vientre. Durante el Rosario se cantan villancicos y se leen algunas reflexiones sobre este gran misterio divino.


Para el canto de la letanía los invitados —niños, jóvenes y adultos— integran una procesión encabezada por imágenes de la Virgen María y San José acompañados por un ángel —en algunos lugares se acostumbra que éstas imágenes sean vivientes, es decir, personalizadas por niños o jóvenes—, portando velitas y luces de bengala para alumbrar el camino. Al concluir se ubican frente a la casa donde pedirán posada por esa noche. Quienes se encuentran dentro de la casa, de acuerdo a la tradición, la negarán tres veces y al final, abrirán las puertas entre cantos de bienvenida y júbilo.


Posteriormente se romperá la piñata que es un suceso lleno de simbolismos que poco a poco se han diluido pero que, sin embargo, es conveniente recordar su significado. La piñata simboliza el demonio; por esta razón se adorna con siete picos —los pecados capitales— y llamativos colores para cautivar al hombre y atraerlo a las tentaciones. En su interior contiene dulces y fruta. Una vez colgada es golpeada con un garrote por niños y personas adultas con los ojos vendados, que esperan su turno; ésta es la expresión del combate con la virtud de la Fe —creer sin necesidad de ver— contra el demonio, ayudadas por la gente que con sus gritos fraternales las guiarán hasta romperla. Cuando esto sucede, los dulces y la fruta que se derraman significan la Gracia de Dios sobre la humanidad que se apresura a obtenerla. Quienes no alcanzaron dulces y fruta son obsequiados con aguinaldos consistentes en bolsitas de colación, fruta y otros dulces, para que nadie se quede sin los beneficios de la Gracia.

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Finalmente se realiza una convivencia entre todos los presentes en la que se comparte ponche, te, atole, buñuelos y tamales en celebración de haber vencido al demonio con el rompimiento de la piñata.


Le invitamos a revivir las posadas tradicionales con el fin de preservar su esencia y transmitir estos valores a las nuevas generaciones. Es sano y divertido.

1 comentario:

  1. Lic. Reynaldo Mota: Este artìculo me ha gustado mucho por lo bien explicado que està, es un breviario cultural muy sustancioso. Le felicito y le reitero mi admiraciòn por la persona franca y sincera que usted es, y ahora en su faceta de periodista, pues ni que decir.Dios lo bendiga y mis mejores deseos para este año que comienza.Atte. Graciela Meza

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