Reynaldo Mota Molina
El gobierno de Felipe Calderón Hinojosa se extingue entre sus propios escombros que son producto de la más desastrosa “presidencia” que el país haya tenido desde la época del México Independiente. Si Antonio López de Santa Anna vendió más de la mitad del país a Estados Unidos, Felipe Calderón ha entregado a extranjeros no sólo la soberanía territorial, sino la económica y gran parte de la energética y la educativa.
El país está dañado en toda su estructura. El sistema político está podrido en los tres órdenes de gobierno —Ejecutivo, Legislativo y Judicial— por la corrupción y la impunidad que el gobierno calderonista ha propiciado como sinónimo de la irresponsabilidad y la incapacidad que lo caracterizan.
Está plenamente confirmado y documentado por el periodista Daniel Lizárraga, que Felipe Calderón lanzó al Ejército sin ninguna estrategia a sólo once días de iniciado su gobierno. Los primeros cinco mil soldados fueron enviados a Michoacán sin órdenes de mando que especificaran los objetivos. Calderón conoció un mes antes, por parte del equipo de transición de Vicente Fox en materia de seguridad, que la narcoviolencia estaba disparada.
Tal vez enajenado con la idea de legitimarse, después del fraude electoral que lo llevó a la silla presidencial, inició una “guerra” contra el narcotráfico sin conocer a profundidad el tamaño del problema —como él mismo lo ha reconocido— ni medir sus consecuencias. Después de casi seis años el fracaso de esta “guerra” está a la vista y sus efectos son demoledores en todos los ámbitos. Más de sesenta mil muertos impunemente y con saña inaudita lo atestiguan…
Probablemente las opiniones críticas vertidas por el General de División en retiro, Tomás Ángeles Dauahare, durante el foro organizado por la Fundación Colosio del PRI, en el mismo sentido de que “no tenemos estrategia de seguridad nacional”. Las líneas de acción seguidas son “brochazos”…”que no conducen a nada”. Como parte del error —dijo— se ataca al crimen organizado “en su fuerza” en lugar de “en su centro de gravedad”; “así perdió Estados Unidos la guerra de Vietnam”, incomodaron a Felipe Calderón de tal modo que coincidentemente fue arraigado por la SIEDO, junto con otros altos mandos militares, para investigación por presuntos nexos con la delincuencia organizada.
Con esto, se enrarece aún más el período electoral y se profundiza la inconformidad de militares que están en desacuerdo de actuar en funciones que corresponden a las policías.
Otra pataleta irresponsable de Calderón pone en riesgo de división interna a la única institución que conserva algo de credibilidad y respeto, con todo lo que esto implica. ¡Cuidado!
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