Reynaldo Mota Molina
Desde el movimiento estudiantil de 1968 que culminó con la matanza de Tlatelolco en la Plaza de Las tres Culturas de la ciudad de México, no se había vuelto a manifestar la inconformidad de los jóvenes de una envergadura como la acontecida en los últimos días en contra de la imposición que pretenden los poderes fácticos —con Televisa y TV Azteca a la cabeza— para llevar a la silla presidencial a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI, el próximo 1 de julio. Las encuestadoras, los medios de comunicación alineados y demás entes de la élite privilegiada del poder PRI-AN hacen cuanto truco pueden para que así sea a fin de ensanchar sus prebendas como ha sido su costumbre.
Como es ampliamente sabido, estudiantes de la Universidad Iberoamericana repudiaron a Peña Nieto en su visita y a lo que significa su candidatura, y ante la descalificación y acusaciones de los jerarcas del PRI, los universitarios respondieron con sus acreditaciones personales a través de las redes sociales que ha causado gran impacto en la sociedad mexicana, que ante este hecho insólito de los últimos tiempos, comienza a despertar. Dichas redes lo atestiguan.
La actitud inesperada de los jóvenes ha provocado traspiés en los priistas y poderes fácticos que los acompañan. Por ejemplo, en un mitin en Córdoba, Veracruz, los priistas arrebataron —robaron, dicen los afectados— los celulares con que grababan el desarrollo del mitin en que se expresaba el rechazo a Peña Nieto por gran parte del público. Televisa, TV Azteca y sus cadenas afiliadas mostraban sólo ediciones favorables al candidato del PRI. La reacción ciudadana ha sido: “si siendo apenas candidato usa la represión, ¿qué nos esperaría siendo presidente…? ¡No votes por él! ¡Televisa también miente!”.
Los estudiantes de la Ibero han marcado un hito refrescante y esperanzador a partir de este proceso electoral. Lo estamos viendo en el movimiento principalmente juvenil que se ha organizado a través de las redes sociales para manifestarse en el Ángel de la Independencia de la ciudad de México, como eco de la valiente actitud de los jóvenes de la Iberoamericana. “Yo soy 132”, rezan pancartas que portan los manifestantes en alusión a los 131 universitarios que se identificaron. Lo mismo ha sucedido en por lo menos veinte estados de la República en manifestaciones similares y marchas en contra del candidato del PRI y de las televisoras.
Los medios alineados tratan de minimizar el número de manifestantes en las distintas entidades federativas con la intención de desinformar y confundir a la sociedad, pero las imágenes de las redes son elocuentes. En el Distrito Federal se habla de más de 46 mil personas. En Querétaro son muchas más que las 500 que dicen los medios locales.
Enrique Peña Nieto tendrá que esforzarse al máximo, si es que verdaderamente pretende ser presidente de México. Tendrá que abandonar la cómoda hamaca que le ofrecen las televisoras, el IFE y los poderes que lo adulan incesantemente. Le tendrá que sudar el copete para recuperar el terreno perdido que no reflejan las encuestas ni los medios alineados, pero que es real.
Pero lo más importante de todo esto es el despertar de la sociedad mexicana que ha sido sacudida por un puñado de jóvenes intrépidos que hartos de la podredumbre política coludida con los poderosos monstruos de la televisión, y de la impunidad que lacera a todos por la injusticia, la violencia, el crimen, la corrupción, la colusión con el crimen organizado y todo cuanto de ahí se deriva, han dado muestra que con una actitud decidida es posible empezar a construir una verdadera democracia que emane precisamente del pueblo y nos permita vislumbrar un mejor futuro por el bien de todos.
¡Bien, muy bien, jóvenes de la Ibero!
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