Reynaldo Mota Molina
Los grandes personajes del huapango arribeño de la sierra queretana inexorablemente van desapareciendo y no hay poetas decimistas ni músicos de relevo que vengan detrás de los últimos que quedan, parece dramático, pero es la verdad.
Don Lupe Reyes, de El Refugio, Arroyo Seco,
es el baluarte de la poesía decimal campesina genuina, base fundamental del huapango que ha campeado por la Sierra Gorda desde tiempo inmemorial y que hoy vive, lamentablemente, su época de extinción en la zona arribeña al norte de Querétaro. Gabriel De la Cruz de la Mohonera y Pablo Hernández —creo que así se llama— de Sauz de Guadalupe, son dos poetas talentosos que no se han decidido a asumir cabalmente “su destino” como grandes poetas arribeños, y son los únicos; tampoco encuentran músicos que los acompañen cuando lo requieren, lo que corrobora que no hay nuevos vareros (violinistas), guitarreros, ni jaraneros, mucho menos vihueleros, como se requiere en los grupos arribeños de huapango. 
Una notable excepción es Hernán Andablo Melo, de Aguazarca, pero es trovador dedicado al son huasteco con grandes facultades de repentista.
es el baluarte de la poesía decimal campesina genuina, base fundamental del huapango que ha campeado por la Sierra Gorda desde tiempo inmemorial y que hoy vive, lamentablemente, su época de extinción en la zona arribeña al norte de Querétaro. Gabriel De la Cruz de la Mohonera y Pablo Hernández —creo que así se llama— de Sauz de Guadalupe, son dos poetas talentosos que no se han decidido a asumir cabalmente “su destino” como grandes poetas arribeños, y son los únicos; tampoco encuentran músicos que los acompañen cuando lo requieren, lo que corrobora que no hay nuevos vareros (violinistas), guitarreros, ni jaraneros, mucho menos vihueleros, como se requiere en los grupos arribeños de huapango. 
Una notable excepción es Hernán Andablo Melo, de Aguazarca, pero es trovador dedicado al son huasteco con grandes facultades de repentista.Desde que llegamos a estas queridas tierras, hace ya muchos años, alzamos voces y acciones para preservar este patrimonio cultural intangible de la Sierra queretana. También ha habido impulsos importantes de instancias culturales en el mismo sentido sin que hasta ahora fructifiquen satisfactoriamente.
Por fortuna, distinta es la situación del huapango huasteco en esta misma región. Consideramos que el impulso que se dio con los talleres de formación de niños y jóvenes huapangueros en Aguazarca, precisamente, en Valle Verde, en Tonatico y otras comunidades serranas; si bien dejaron de funcionar en términos generales, fueron determinantes en el repunte de noveles tríos huapangueros en diversas latitudes, pero es preciso nuevo impulso que propicie y reafirme el desarrollo de músicos, poetas y trovadores y, así mismo, de bailadoras y bailadores genuinos.
No hay que quitar el dedo del renglón…
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