TEOTIHUACAN EN VENTA

Reynaldo Mota Molina

Publicado el 6 de octubre 2004, en el semanario regional EL MENSAJERO de Sierra Gorda.

¿Parece imposible?, ¡pues no lo es! Con dinero todo se puede. Judas Iscariote vendió a Jesús por treinta monedas. ¿Por cuántos portafolios desparramándose de billetes  -como en el caso de René Bejarano, con todo y ligas-,  seguramente de dólares, los funcionarios apátridas, corruptos y sin madre, han vendido parte del centro ceremonial más grande e importante de Mesoamérica, centro espiritual de nuestra cultura, testimonio fundamental de nuestra historia, Patrimonio Cultural de la Humanidad, y todo cuanto Teotihuacan (“El lugar donde los hombres se convierten en dioses”) significa para la identidad y el orgullo del pueblo mexicano?

Los güeros de piel blanca —esta vez gringos cargados de dólares— han subyugado a los ahora mestizos mexicanos ignorantes, indolentes y ambiciosos, encargados de los bienes nacionales, para desarrollar un emporio comercial con la construcción, en principio, de una “Bodega Aurrerá”, PROPIEDAD de la cadena Wal-Mart que ya cuenta con más de seiscientas cincuenta unidades comerciales en el país.

¡Claro!, la transnacional vendió en México el año pasado más de 12 mil millones de dólares en productos y atendió a 600 millones de clientes. Ante esta perspectiva, ¿qué le cuesta comprar las conciencias de los vendepatrias mexicanos dispuestos a entregarse y entregar LO QUE NO ES SUYO, pero que son capaces de vender hasta a su propia madre por un puñado de dólares?

Naturalmente, ante este atentado a la nación mexicana el gobierno federal, calla; el Senado y la Cámara de Diputados, también callan; las autoridades encargadas del patrimonio nacional, con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a la cabeza, están coludidas en esta transa, lo mismo que el Gobierno del Estado de México y el Gobierno Municipal, quienes, por supuesto,  entregaron los “deslindes” y “licencias” correspondientes a pesar de las irregularidades que la rodean: Uso del suelo indebido de acuerdo al Plan de Desarrollo Urbano de Teotihuacan; Desvinculación armónica con la Zona Arqueológica y monumentos históricos; Violación a las disposiciones que consideran el terreno “de alta productividad agrícola”; Violación al Plan Municipal que establece que “en la Zona Arqueológica no se podrán cambiar los usos del suelo, densidades e intensidades de su aprovechamiento y la altura de edificaciones previstas”; El sistema vial del municipio carece de diseño provocando la falta de funcionalidad por sus angostas secciones y su desarticulación; La calle de acceso a la obra donde se construye el centro comercial  -que lleva un avance del ochenta por ciento-,  que funciona como libramiento para el transporte, tiene una sección aproximada de siete metros. La sección mínima para una calle deberá ser de doce metros, según el Código Administrativo del Estado de México, opinan especialistas en la materia. ¿¡Pero qué le importa a quién!?

Sólo a un grupo, pequeño hasta ahora, de habitantes de la Zona Arqueológica que integran el Frente Cívico de Defensa del Valle de Teotihuacan, que se han declarado en huelga de hambre frente al predio donde se realiza la construcción exigiendo su clausura. Naturalmente, nadie los escucha. Decenas de camiones pesados con materiales de construcción y maquinaria entran y salen permanentemente del lugar, provocando a los huelguistas en su protesta.

¿Qué espera el gobierno federal para intervenir en este asunto? ¿Que el problema crezca y se convierta en un nuevo San Salvador Atenco? ¿También está coludido?