martes, 10 de abril de 2012

DESTINO FINAL

Reynaldo Mota Molina

Desde que inició este año Felipe Calderón Hinojosa cerró la información oficial sobre el número de muertos de la “guerra” contra el narcotráfico por ser confidencial y por “razones de seguridad nacional” y, para la Presidencia, “información reservada”, según un comunicado de la Procuraduría General de la República (PGR).

Tal decisión “coincidió” con el comienzo del año electoral y las obvias razones de proteger la imagen de los gobiernos panistas y de su actual candidata a la presidencia, pero sobre todo, las de evadir la responsabilidad de afrontar las consecuencias de una guerra perdida inútilmente, por lo que hablar de más de 50 o 60 mil muertos serán meras especulaciones. Así de fácil.

Para disimular su fracaso como gobernante del país no reconoce que la pobreza haya aumentado pese a las evidencias que muestran las propias instituciones oficiales, que la violencia generalizada ahuyente la inversión extranjera y el turismo, y que el desempleo, la inseguirdad y la falta de alimentación popular sean problemas mayores, entre muchos otros males que se agravaron en su sexenio.

Para paliar su ocaso se dedica a pontificar mientras llega el momento de poner los pies en polvorosa…

Así, desde que empezó el año se dedica a viajar dentro y fuera del país; inaugura hospitales, tramos carreteros, supervisa obras, entrega ayudas sociales, lanza becas para estudiantes, declara cobertura universal de salud, entrega pagos a braceros, acelera el programa de Piso Firme, etcétera, etcétera.

Ordena que los funcionarios de todas las dependencias del gobierno federal deberán atender las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF); Advierte que aquel político que no considere combatir a los criminales, no debe ser gobernante; Exige al Poder Judicial proveer de justicia a las víctimas de delitos y “no dejar abiertas rendijas legales que lastiman a una sociedad agraviada y con sed de justicia”; y al Legislativo, la aprobación de diversas leyes pendientes, como la del Mando Único Policial, Ley de Seguridad Nacional, Reforma al Código de Procedimientos Penales, entre otras; Reconoce que “falta mucho por hacer” en materia de seguridad pero que “hay que perseverar”; Dice que “vamos a tener un país, una patria muy generosa y mucho más capaz de hacer el bien y de sembrar y de cosechar amor”; Prometió legar “una de las mejores policías del mundo” durante la inauguración del edificio de la División Científica de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP); Pide no dejar la “granja en manos de la zorra”; pide a los banqueros “conocer al México real que no está exento de problemas, pero que se enfrentan sin claudicar un ápice las libertades ciudadanas”; y otras cosas más por el estilo, sin ir jamás al fondo de los asuntos para buscar soluciones.

Naturalmente, sabe lo que carga en su morral y se cubre las espaldas nombrando para el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), a un incondicional suyo: Gerardo Laveaga, en substitución de María Marván Laborde, comisionada recientemente en el IFE.

Desde hace tiempo Calderón busca un destino a dónde huir al término de su desastrosa administración con la que ha causado el mayor daño de los últimos tiempos al país y a la población mexicana; se ha hablado de algunos lugares, pero casi nada se dice del ofrecimiento del expresidente de Brasil para radicar en su país, Luiz Inácio Lula da Silva, con quien guarda una estrecha amistad y a quien confió tener miedo que lo asesinen cuando concluya la presidencia.

Triste fin, incierto destino; resultado de una gestión corrupta, soberbia y estúpida.

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