Reynaldo Mota Molina
Sin mayores sorpresas resultó el “democrático” proceso interno del PAN para designar a su candidata a la presidencia de México de acuerdo al Plan B de Felipe Calderón Hinojosa en la persona de Josefina Vázquez Mota. Acaso la sal y pimienta que le dieron sabor fue el ascenso al segundo lugar de la contienda a Ernesto Cordero Arroyo y la merecida caída de Santiago Creel Miranda al tercer sitio. Todo bajo control.
Tanto en el discurso de Vázquez Mota como en algunas entrevistas a las que necesariamente tuvo que acceder muestra su apego a los guiones que escribe previamente o le escriben. No proyecta un perfil de estadista, es decir, alguien que posee gran conocimiento y experiencia en los asuntos del Estado y que es capaz de resolverlos.

Sin embargo, vale recordar que incorporada a la campaña presidencial de Felipe Calderón en 2006, Josefina fue impulsora de la llamada “ley Televisa” para favorecer a Calderón; que su desempeño como secretaria de Educación Pública fue mediocre e incapaz de poner en orden a Elba Esther Gordillo; que en el ejercicio de sus funciones como servidora pública en los diversos cargos que ha ocupado, tampoco hay nada sobresaliente, es decir, su desempeño en general ha sido más bien gris.
Lo que ha demostrado en todo momento es inseguridad e indecisión y así ya no se puede ni se debe gobernar un país como México en las condiciones que se encuentra.
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