Tal vez por alguna cuestión de salud a Felipe Calderón Hinojosa le encanta exhibir sus incongruencias fuera del país. Por un lado envía a Agustín Carstens a Washington a solicitar su voto a favor de su candidatura para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por otro, al mismo tiempo, arremete furibundo en California contra la industria armamentista de Estados Unidos: “Yo acuso a la industria armamentista americana de las miles de muertes en México. Exijo que se ponga orden en ese tema”, dijo, mientras elevaba el tono de voz y golpeaba el atril repetidamente ante unos cuatrocientos migrantes.
Lo que no dijo es que el armamento que entra a México proveniente de ese país, estimado en 70 por ciento, pasa ilegalmente por las aduanas mexicanas ante la complicidad o complacencia de las autoridades. Se calcula que alrededor de 2 mil armas de todo tipo ingresan diariamente al territorio nacional por esa vía.
En la Universidad Stanford del mismo estado norteamericano, donde fue el orador principal ¿quién sabe por qué razón?, se dirigió a los cerca de cuatro mil graduados en términos como este: "A su edad México tenía todavía un régimen autocrático, todos sus gobernadores estatales y todos los senadores eran del mismo partido, durante muchas décadas ese solo partido controlaba todo, lo que se le permitía decir a los medios, lo que debían enseñar en las escuelas, qué conciertos de rock se permitían, todo; cuando los estudiantes como ustedes protestaban eran masacrados, muchos oponentes del régimen simplemente fueron desaparecidos”. Y exaltándose a sí mismo agregó: “Lleno de ira por el abuso tan frustrante del poder acudí a mi padre y me quejé de que nuestros esfuerzos eran inútiles. ¿Por qué tanto esfuerzo si a la gente no le importa, y cuando sí le importa el gobierno nos roba los votos y las victorias, entonces qué caso tiene papá?”
Lo que no dijo es que su gobierno no sólo tiene controlados a los medios sino a las telecomunicaciones y hasta a los jueces. La enseñanza en las escuelas es de la más baja calidad; los narcocorridos están vetados y en estados panistas están prohibidos el escote y la minifalda. El 26.7 por ciento de ejecutados en su estúpida guerra, son jóvenes entre 15 y 30 años de edad y la mayoría de los 10 mil desaparecidos son jóvenes también. Tampoco dijo que llegó al poder mediante un colosal fraude electoral y que el reclamo de la gente que está harta de sangre y violencia —como se acaba de demostrar en la firma del pacto en Ciudad Juárez—, simplemente lo ignora, porque él tiene “la razón, la ley y la fuerza”.
Afortunadamente un letrero aéreo se encargó de exhibir la verdad, mientras él decía su perorata: “NO MÁS SANGRE. 40,000 MUERTOS! CUÁNTOS MÁS?”
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