Hace apenas cuatros años, con motivo de las elecciones presidenciales, la guerra de odio desatada por el PAN en contra del PRD partió en dos a la sociedad mexicana con las figuras de Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador; uno manipulado por la derecha y la extrema derecha, que horrorizadas exponían a AMLO como “¡un peligro para México!” al sentir en riesgo sus grandes privilegios y poderosos intereses, el otro apoyado por una numerosa pero incipiente organización social de izquierdas. Las derechas, con todo el poder y recursos del gobierno federal, de los medios masivos de comunicación —con Televisa y Tv Azteca por delante—, de la cúpula empresarial y hasta del alto clero, llevaron a cabo un costosísimo fraude electoral para entronizar a Felipe Calderón, candidato del PAN. El expresidente Vicente Fox, muy a su “estilo”, se ufanaba de haberlo hecho.
La magnitud de estos sucesos, pero sobre todo, la divergencia de ideologías PAN-PRD hubieran parecido irreconciliables, pero como en la política mexicana no se conocen los principios, la honorabilidad, la decencia, la lealtad, ni siquiera esa cosa rara llamada ética, sin ningún recato muy pronto los panistas atrajeron con su canto de sirenas a una estratégica tribu perredista como son “los Chuchos” y con sus encantos sedujeron a los convenencieros amarillos. El resultado de ese amasiato son las “alianzas” de estos partidos que, junto con otras comparsas o más bien diríamos, partidos parásitos, se unieron para derrotar al PRI que en estos cuatro años se levantó de la lona y sin ninguna enmienda hizo sentir nuevamente su poderío en las elecciones intermedias del año pasado y en estas.
Este tipo de alianzas no es la primera vez que se dan y tampoco será la última: el año 2000, por ejemplo, la alianza PAN-PVEM llevó a Vicente Fox Quesada a la presidencia de México —¡oh desgracia!— junto con un esperanzado voto del pueblo. Hoy el PVEM es un anillo del PRI y así éste obtuvo nueve de las doce gubernaturas en disputa. Si bien recuperó Tlaxcala, Zacatecas y Aguascalientes, perdió las importantísimas plazas de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, que serán un tremendo boquete en los comicios del 2012 que lo podrían hacer zozobrar en sus aspiraciones de volver a Los Pinos. Y todavía están por verse Durango y Veracruz que “resolverán” los del Trife.
En los resultados de Oaxaca y Puebla, particularmente, contribuyeron de forma contundente los excesos y abusos, por decir lo menos, de sus respectivos gobernadores en contra de la población civil, cobijados con la impunidad coludida del PRI y el gobierno panista de Felipe Calderón.
Para llevar a cabo este proceso electoral, que ha servido de experimento para el 2012 en que estará en juego la silla presidencial, la Federación desembolsó 217 mil millones de pesos para continuar la simulación de una contienda “democrática” entre los partidos políticos. De la farsa política se alimentan los parásitos; así por ejemplo, en esta lid electoral el Partido Nueva Alianza (Elba Esther Gordillo) se alió indistintamente con el PRI, que con el PAN, PRD, Convergencia y PVEM; Convergencia, asimismo, con el PRI, PAN, PRD, PT; etcétera. El derroche de esta grotesca simulación se realiza precisamente cuando México es un país de pobres con gente hambrienta.
La insensibilidad de los políticos, que sólo ven sus intereses, raya en la enajenación y sobrepasa la estupidez. ¡Hagamos un frente común para que desaparezcan los partidos chupones y las diversas ideologías se aglutinen en los consabidos PAN, PRI y PRD! Con estos parásitos mayores basta y sobra…
En 2011 se renovará el gobierno del Estado de México y con los resultados de este ensayo las “alianzas” se han puesto de moda. La rebatinga ya está en curso y se tornará descarnada… Y esto sin contar la tenebra del narco…
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