“Homo sapiens” – hombre racional; ¿en dónde está cuando lo enajena la política y lo domina la ambición de poder y dinero? Los antiguos, nuestros ancestros, respetaban profundamente a la naturaleza y conocían a ciencia cierta —como verdaderos sabios que eran— su tremendo poder y la veneraban como ente divino.
Pero llegaron los políticos y en su estúpida soberbia creyeron dominar todo con su poder corruptor; así desecaron el lago del valle de México, por ejemplo, y lo convirtieron en un hormiguero humano que vive en una plancha de asfalto, casas y edificios que les dejaron a través de los años montañas de dinero en unos cuantos bolsillos y un sinnúmero de problemas que luego otros han tenido que tratar de solucionar construyendo un sistema de “drenaje profundo” para desalojar las aguas residuales, no sin antes haber entubado y convertido los ríos que proveían de agua a la ciudad en canales de desagüe. ¡Oh talento humano!
El río Santa Catarina de Monterrey, Nuevo León, es otro ejemplo: en el cauce del gran río se permitieron los asentamientos humanos que hoy viven una gran tragedia mediante el mismo sistema de corrupción política soslayando que algún día la naturaleza retomaría su lecho.
En este sistema de corrupción política no hay responsables. Quienes soslayaron o autorizaron dichos asentamientos, quizá hasta planearon la infraestructura de construcción y servicios que les reportaron, también, montañas de dinero que igualmente quedaron en unos cuantos bolsillos de cualquier color partidista, eso es lo de menos, todos son iguales; lo de más es que los políticos viven en la impunidad.
Pero este sistema corrupto-político lo cubre todo: Hay una avalancha de lamentaciones oficiales, promesas a granel y discursos, muchos discursos. Se harán algunos parches urbanos; tal vez se hagan llegar algunas ayudas efectivas a condición del futuro voto y colorín colorado. Bueno, no, a esperar y rogar a Dios que el próximo huracán sea menos desalmado que Alex…, que apenas fue el primero de este año…
¿Y el raciocinio humano, para qué sirve? ¡Quién sabe!, dirán los políticos. A mí mis votos… y mi lana.
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