martes, 15 de diciembre de 2009

RÉPLICA DE DAVID CELESTINOS ISAACS

XX FIESTA ANUAL DEL HUAPANGO DE AMATLAN
UN "PRIETOTE" EN EL ARROZ

Por David Celestinos Isaacs.
Diciembre 2. 2009

Ya lo dije el domingo último día de la Fiesta cuando inesperadamente me entregaron un reconocimiento a mi labor de fundador de la fiesta firmado por muchos amigos huapangueros. Esta reciente celebración del vigésimo aniversario de la fundación de la FIESTA ANUAL DEL HUAPANGO "Encuentro de las Huastecas’’, además de conmemorar la fecha de inicio y la trayectoria de este evento, se cumplieron algunos objetivos importantes para lo que fue creada y otros no.

Logros:
Por ejemplo, ya nadie duda y es del dominio público que la fiesta se ha convertido en crisol de una pléyade de artistas huapangueros de todas las regiones huastecas del país y más allá de sus fronteras. Tal hecho fue evidente, demostrado y expresado por todas las voces que se hicieron oír durante la misma.

Que este evento ha trascendido no solamente en lo individual y lo colectivo y que ha permeado socialmente a las regiones hermanas huastecas, en la recuperación no sólo del huapango sino en la valoración de todas las tradiciones que son propias de la cultura huasteca. La fiesta les ha contagiado a todos los asistentes ese ánimo que pudimos observar incluyendo los jóvenes y los niños principalmente, quienes por sí solos con su entusiasmo y participación es garantía de que nunca morirá el huapango haciendo efectiva la frase que nosotros acuñamos desde el principio como nuestra divisa de: ¡VIVA SIEMPRE EL HUAPANGO!

Aquí en Amatlán por ser lugar de convergencia de una gran diversidad de actores y seguidores del huapango se ha convertido de hecho –no por decreto– en el centro de Encuentro de todos los hermanos huastecos y no huastecos, y de todos los ejecutantes, intérpretes y amantes del huapango dando lugar más que a una catedral, donde se oficia el huapango, a el máximo recinto similar a una basílica sagrada del son. Todavía más, el sitio es el asiento de la magna asamblea de las distintas manifestaciones de nuestra cultura. Qué bien. Este es el fruto concreto e incontestable de veinte años de esfuerzos, fe y trabajo.

Gracias a todo lo anterior los bonos del huapango han subido y esta música (nuestro son) se sitúa ya en los primeros planos del gusto de la gran familia huasteca. Lejos quedaron los tiempos (1990) cuando el mismo huapango se encontraba a la baja, su música sólo permanecía en islotes aislados de comunidades principalmente campesinas –"música de borrachos y de peones"– según las críticas que me hicieron en forma denigrante, incluso personas de bien de las ciudades, sin faltar la del puerto de Tampico, otrora ciudad capital de los huastecos emigrados en pos de la bonanza petrolera. Hoy, en todas las radiodifusoras de la región hay programas de música de huapango incluidas en algunas estaciones de televisión con lo cual se conoce, se aprecia y se revalora nuestra música tradicional.

El huapango, valor de nuestra cultura ha sido plenamente reconocido y aceptado en todos los medios de difusión masiva lo que ha acarreado como consecuencia que muchos tríos de música huasteca recorran exitosamente nuestro país y el extranjero, del Norte, Centro y Sudamérica e incluso de Europa. Dicho en una palabra, el huapango y su cultura se han dignificado ante la historia reciente.

Los prietos en el arroz:
Pese a esta justa sensación de alivio y satisfacción personal por los logros obtenidos, sin embargo ha venido a perturbarlos un hecho lamentable:

La presea El Sol Poniente, instaurada con mucho cuidado y análisis, cuyo significado refleja el más alto valor para nosotros los huastecos, ha sido de golpe y sin el menor discernimiento ALTERADA convirtiéndola en moneda de cambio por un apoyo circunstancial al entregarla a personas ajenas a los objetivos para lo que fue creada.
Este ligero e insensato proceder no sólo agravia a la presea misma y a su significado que representa, sino agravia también a quienes la han recibido en el pasado.

Los huapangueros recipiendarios de la presea ya fallecidos y actuales, han de sentirse decepcionados puesto que el mérito personal, su valor de entrega al huapango así como toda una trayectoria de vida ha quedado abolida, y menospreciada.

Ante esta falta de respeto a la presea es preciso dos cosas:
Desagraviarla y
Anularla creando una nueva.

Lo primero, exigiendo una disculpa pública por parte de quienes fueron responsables de entregarla indebidamente.

Lo segundo, de no ser así crear otra presea del mismo nivel y autenticidad de la anterior para otorgarla en el futuro pues la actual ya carece de valor.

CONLUSION:
Si lo que se pretendía con la entrega de la presea era el de agradecer un apoyo a la fiesta, bastaba con un pronunciamiento de gratitud y en todo caso el otorgamiento de un diploma especial, pero nunca entregando indiscriminadamente nuestra presea más valiosa que es el emblema de nuestra identidad y del mérito huapangero.

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