“Ni estudian, ni trabajan, ni gobiernan”. La frase es del genial Carlos Monsiváis refiriéndose a… ¿era necesario decirlo?, creo que es más que obvio, ¿no cree usted?
Por ejemplo: En una reunión que tuvo Felipe Calderón en la comunidad indígena de San Juan Chamula, Chiapas, se vio precisado, tal vez reconociendo su ineptitud, a invocar el auxilio celestial: “que precisamente el cielo y el Dios que cuida y protege a San Juan Chamula, pueda iluminarnos a los gobernantes para gobernar y trabajar siempre…” afirmó. Y no es que esté mal recurrir a Dios —todos lo hacemos— sino en soslayar la propia responsabilidad y tratar de descargarla en Él.
O de asegurar irresponsablemente, en este caso ante empresarios en Alemania, que México ha enfrentado con éxito no cuatro, sino cinco Jinetes del Apocalipsis: la influenza, la violencia del crimen organizado, la tormenta financiera, la peor sequía en décadas, la mayor merma en la producción petrolera. “Y de los cinco salimos…” dijo muy ufano, cuando todos los mexicanos sabemos que esto no es cierto porque, precisamente, debido a los manejos erróneos, engaños, omisiones y corrupción con los que ha “enfrentado” a las, según él, calamidades apocalípticas, son el resultado de que nos encontremos empantanados en la inactividad económica y en la incertidumbre más desesperante sin vislumbrar salida alguna, ni siquiera de la influenza, porque esta es cíclica y recurrente, mucho menos de las demás adversidades a que se refiere.
Pero son tónica del gobierno calderonista la mentira y la evasión o salida fácil. El secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, dijo en Washington ante la secretaria de Seguridad Interna de Estados Unidos, Janet Napolitano, que el ciclo de la violencia en México disminuirá en junio, mientras que las cifras relativas a hechos del crimen organizado, bajarán tal vez a finales de este año. Dicho esto sin aportar elementos que sustentaran tal afirmación lo que propició el comentario de Napolitano, “Esto es una maratón, no una carrera de velocidad”. Es decir, que no se chupó el dedo…
¿Qué es lo que hay detrás de la falacia de este gobierno? ¿Qué lo hace “pelotear” los asuntos en lugar de resolverlos, o al menos intentar revolverlos, si es que más no puede?
Por ejemplo: la Cámara de Senadores presentó la reforma en materia de Derechos Humanos; se celebró, se dijo qué bueno, que se avanzaba y, sin embargo, llega a la cámara colegisladora y la para, sin más. La Cámara de Diputados aprueba la Ley de Competencia y el Senado dice: la vamos a parar y la vamos a estudiar…, quedando en el limbo.
En el período legislativo que concluyó, tan sólo en el Senado se presentaron 205 iniciativas de las cuales solamente 46 fueron tocadas en alguna medida. Se planteó una reforma hacendaria. Se platearon cinco iniciativas de reforma política: la de los senadores del PRI, la de Calderón, la del Verde, la del DIA y una marginal que presentaron los senadores del PAN. Se planteó también una reforma laboral y nada, ninguna ha salido. En la Cámara de Diputados están para pasar todas estas y las otras 740 que presentaron, pero al paso de los legisladores..., quedaron pendientes el 97 por ciento de las leyes contempladas. Eso sí, el promedio de asistencia de diputados a la Cámara es de 300, un poco más de la mitad; y de los senadores por el estilo, alrededor de 70, con un gasto de 58 millones de pesos y el cobro de sus canonjías y privilegios —300 mil pesos mensuales—.
La Ley de Telecomunicaciones, siendo tan importante y urgente, estando a punto de terminar el período legislativo, fue detenida por César Nava, presidente del PAN, argumentando que “ahora le vamos a dar un espacio a la discusión”, cuando hace más de diez años que se está discutiendo y demorando.
Es decir, que fue frenada por el gobierno mismo, adivine usted para negociar qué, con quién y para qué…
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