Reynaldo Mota Molina
Esta columna no debiera llamarse “Manos Limpias” sino “Manos de Sangre”, no porque se haya erradicado la corrupción y la impunidad del gobierno panista de Felipe Calderón, sino después de los desastrosos resultados de su “guerrita” contra el crimen organizado. Tan sólo en 24 horas —viernes y sábado 8 y 9 de enero 2010— se realizaron 69 ejecuciones en el territorio nacional relacionadas con el narco. En Ciudad Juárez, Chihuahua, la ciudad más violenta del país, fueron 26. En esta misma ciudad, durante 2009, se llevaron a cabo 2 mil 635 narcoasesinatos con saña indescriptible ante la más absoluta impunidad a pesar de la presencia del Ejército en las calles y de la Policía Federal integrada, en su mayoría, por militares de élite.
Esta columna no debiera llamarse “Manos Limpias” sino “Manos de Sangre”, no porque se haya erradicado la corrupción y la impunidad del gobierno panista de Felipe Calderón, sino después de los desastrosos resultados de su “guerrita” contra el crimen organizado. Tan sólo en 24 horas —viernes y sábado 8 y 9 de enero 2010— se realizaron 69 ejecuciones en el territorio nacional relacionadas con el narco. En Ciudad Juárez, Chihuahua, la ciudad más violenta del país, fueron 26. En esta misma ciudad, durante 2009, se llevaron a cabo 2 mil 635 narcoasesinatos con saña indescriptible ante la más absoluta impunidad a pesar de la presencia del Ejército en las calles y de la Policía Federal integrada, en su mayoría, por militares de élite.
La violencia y saña inenarrables son las características de estos asesinatos que no distinguen si se trata de hombres, mujeres, niños, ancianos, nada, con tal de saldar cuentas o amenazar con los llamados narcomensajes. La deshumanización es el común denominador de esta guerra perdida por el gobierno de Felipe Calderón a pesar de los discursos políticos, las bravuconadas del secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y del empecinamiento injustificable de Calderón que tiene metidas las manos hasta el fondo, bañadas de sangre.
En los tres años que van de su fallido sexenio, según informes del gabinete de seguridad nacional, al mes de noviembre pasado se han realizado 16 mil 500 ejecuciones y 3 mil 160 desapariciones por el crimen organizado, cifras sin precedentes en la historia de México.
A pesar de esta realidad espeluznante Calderón sigue montado en su macho: “ilusos” dice a quienes piensan que el Estado debe retirarse y detener esta matanza y el daño social que conlleva.
Por otro lado, soslaya lo más importante; es incapaz de intervenir en el patrimonio económico y financiero del crimen organizado que, “inexplicablemente”, sigue intocado y, el mar de dinero, corrupción e impunidad corroe al propio gobierno, sus instituciones y al ejército mexicano. ¿Por qué?
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