Las estrategias utilizadas por el PRI —las bienhabidas y las malhabidas— lo han vuelto a colocar como la primera fuerza política del país en forma aplastante con una impresionante maquinaria humana que funcionó con toda eficacia en todos los niveles, desde las altas esferas del congreso y las gubernaturas en cuestión y más allá, hasta las incansables hormiguitas que intervinieron en el proceso electoral del pasado 5 de julio, rebasando las propias expectativas.
En esto tiene mucho qué ver el atroz desempeño de los gobiernos panistas de Calderón y Fox, que apenas en nueve años hartaron a la gente con sus estupideces, abuso de poder, corrupción galopante, inseguridad desenfrenada, ineficacia, soberbia e impunidad, por decir lo menos, después de una gran expectativa de cambio creada en el año 2 mil por la mercadotecnia política a favor del PAN. Ahora Felipe Calderón es un “presidente” lisiado, como le llaman algunos, minusválido políticamente, aún más empequeñecido, con un larguísimo camino por recorrer —tres años— ante el crecido “enemigo” que siempre estuvo dentro de la casa meciendo la cuna.
Este, como lo hemos dicho, no tiene mejor cara. Además de sabérselas todas y algunas más las inventa —lo acaba de demostrar— ahora supo escudarse en lo necesario con el oportunismo del corrupto PVEM, con aquello de la pena de muerte y las medicinas, que muchísima gente ingenua creyó y le regaló su voto y, por otro lado, la indudable gran experiencia que demostró el partido tricolor.
En los tres años que vienen, el PRI tiene todo para recuperar el Poder Ejecutivo en el 2012; los otros dos, el Legislativo y el Judicial, claudicarán a sus pies como siempre sucede en la “democracia” mexicana, y con la experiencia que tiene…
A dónde nos lleve, como país, la infiltración de los intereses de Televisa en el Congreso a través de los legisladores verdes bajo el cobijo priísta y la nulidad de la “oposición”, si es que existe, es imposible saberlo en estos momentos. Nadie lo sabe.
Lo único que queda claro es que el ciudadano común y corriente, es decir, usted y yo, no tenemos la menor representación política, ni de los partidos, ni de los diputados ni, mucho menos, de los senadores, de tal modo, que no solamente estamos desvalidos sino que, además, somos rehenes de los políticos que sólo nos utilizan cuando es menester para posicionarse en el mejor lugar donde satisfacer sus propios intereses.
Esta es la gran falla que el sistema político mexicano no ve, no quiere ver y prefiere ignorar. A este sistema no le importa la calidad de la educación en todos los niveles, desde el preescolar hasta el universitario, si no, ¿por qué tiene reducidos los presupuestos respectivos?; no le importa la salud pública, si no, ¿por qué tiene abandonados los centros de investigación científica?; no le importa el desarrollo profesional de los ciudadanos, si no, ¿por qué las universidades están enfocadas a mal formar solamente técnicos?; no le importan las mentes pensantes, si no, ¿por qué pretende eliminar las materias filosóficas de las universidades?; no le importa el desarrollo socioeconómico de la población, si no, ¿por qué las enormes utilidades empresariales salen del país?; no le importa el campesinado, si no, ¿por qué el agro mexicano está entregado a empresas transnacionales…? ¡Un día esto reventará!
Evidentemente la bancada de Televisa de la Cámara de Diputados no va por mejorar nada de esto, los legisladores tampoco y el PRI, enquistado en la cúpula por el Grupo Atlacomulco que integra lo peor de la mafia priísta con políticos de la calaña de Arturo Montiel, Roberto Madrazo, Mario Marín, Ulises Ruiz, etcétera, cuyo delfín es Enrique Peña Nieto para el 2012, menos aún. Así, todo ha quedado a punto: Congreso, medios masivos y sindicatos corporativos…
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