Por Lic. Reynaldo Mota Molina
Éstas fueron las primeras reacciones de la ciudadanía al enterarse el martes 4 de noviembre, alrededor de las 19:30 horas, del accidente aéreo en el que pereció el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo y el ex titular de la SIEDO, José Luis Santiago Vasconcelos, entre otras varias personas.
Éstas fueron las primeras reacciones de la ciudadanía al enterarse el martes 4 de noviembre, alrededor de las 19:30 horas, del accidente aéreo en el que pereció el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo y el ex titular de la SIEDO, José Luis Santiago Vasconcelos, entre otras varias personas.
Como siempre ocurre en estos casos, se sucedieron una serie de imprecisiones y contradicciones informativas en torno de estos personajes, sin embargo, poco a poco se fueron confirmando y dando paso a las especulaciones imprescindibles, mayormente porque ambos se encontraban envueltos en nubarrones de sigilo; de Juan Camilo se rumoraba su posible renuncia a la Secretaría de Gobernación, y Santiago Vasconcelos estaba amenazado de muerte.
Ambos también, en el ojo del huracán: Mouriño Terrazo con el estigma de los contratos firmados con Pemex a favor de sus empresas familiares —tráfico de influencias— y el reciente escándalo por presunto lavado de dinero de Manuel Carlos Mouriño Atanés, padre de Juan Camilo; y el grave caso de corrupción en que quedó al descubierto que funcionarios de la SIEDO, bajo la línea de mando de José Luis Santiago, espiaban para el cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
Como son las cosas en los gobiernos mexicanos tal vez nunca sepamos si realmente el siniestro fue un accidente o un atentado… De cualquier forma suscitará fuerte efervescencia política y judicial. Por el bien de México, más vale que ésto haya sido solamente un desafortunado accidente.
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