Reynaldo Mota Molina
Por primera vez en los últimos
veintiséis años, hay que reconocerlo, el gobierno federal se atreve a tratar de
poner cortapisas a dos grandes monopolios que han causado incalculables daños a
la economía nacional; han trastocado el sistema democrático y empobrecido el
concepto educativo del país, además de un sin fin de perjuicios directos e
indirectos a la nación en su conjunto en el ámbito de las telecomunicaciones:
Televisa, Tv Azteca y Teléfonos de México, sus identidades más visibles.
El nuevo Instituto Federal de
Telecomunicaciones (IFT) declaró el pasado día 7 de marzo a estos entes
convertidos en poderosos Frankenstein como “agentes económicos preponderantes
de las telecomunicaciones y la radiodifusión en México”, para efectos de
competencia y regulación, pese a las maniobras de las televisoras para
descarrilar tal declaratoria que incluye la licitación de dos nuevas
televisoras.
Sin embargo, el propio
Ejecutivo federal aún no ha enviado al Congreso de la Unión las iniciativas de las
llamadas “leyes secundarias”, que son las que especifican las reformas
constituciones en la materia, que debieron ser aprobadas desde el 9 de
diciembre pasado y el plazo vence el 30 de abril próximo. ¿Por qué será…?
El primer paso está dado
aunque con un retraso de más de veinte años; ahora falta ver si se cumplen las
cosas. Precisamente las famosas “leyes secundarias” pueden llevar del gozo al
pozo la declaratoria del IFT al revertir aspectos fundamentales que afecten el
bien común de los usuarios de los mencionados servicios debido al gran poder
que dichos monstruos ejercen sobre los Poderes de la Unión. Para eso tienen su
tele-bancada…
Lo curioso es que, contra todo
lo previsible, Enrique Peña Nieto es quien se atreve a ponerle el cascabel al
gato: Salinas y Zedillo no lo hicieron; eran los tiempos en que “Televisa era
soldado del PRI” y Salinas había cedido Teléfonos de México a Carlos Slim. Fox
y Calderón tenían pánico, terror y miedo, estaban “de a pechito” para que las
televisoras hicieran lo que quisieran, eran soldados de Televisa. Todos somos
testigos de cómo Televisa influyó la campaña presidencial de Peña Nieto y, sin
embargo, éste es quien le pone el cascabel… Mmmh!
¿Qué animó la decisión de Peña
Nieto? ¿Actuar en beneficio de los usuarios para proporcionarles servicios de
televisión y de telefonía de alta calidad, cobertura, rapidez y buen
precio? Mmmh!, no lo creemos. Al
gobierno NUNCA le ha importado la ciudadanía; sólo su voto. ¿Propiciar la
competencia real que redunde en mejor calidad de servicios y contenidos que
coadyuven en el ámbito educativo? ¿Se les pasó la mano a los poderes fácticos
en su ambición, arrogancia y señorío? ¿Despertaron el instinto de conservación
del gobierno priista? ¿Es un paso más para retomar el poder absoluto
presidencialista? ¿Es una nueva simulación? ¿Con qué fin? Quién sabe…
Hay otros elementos. En el
ámbito internacional es ampliamente conocido el sometimiento del gobierno
mexicano a los poderes fácticos que influyen definitivamente en la toma de
decisiones y afectan grandemente a la economía nacional, la seguridad jurídica,
la vida democrática —el caso Michoacán, Oaxaca, Guerrero, Ciudad Juárez, entre
otros, lo demuestran—, son situaciones que no garantizan con seguridad la
inversión extranjera así se trate del oro negro que yace en el subsuelo
mexicano, tan atractivo para unos de tener y para otros de vender.
Había que hacer algo más que
la captura del Chapo Guzmán para
desinhibir el interés del gran capital extranjero. No han bastado las promesas,
los ofrecimientos y las reformas constitucionales. Era necesario demostrar que
se trata de atraer su inversión a como dé lugar y para eso se han puesto a
trabajar…, bueno, más o menos…
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