Es el encabezado de la nota principal
del periódico francés Le Monde refiriéndose a los resultados preliminares de
las elecciones presidenciales del 1 de julio de nuestro país que señalan a
Enrique Peña Nieto del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como virtual
triunfador de la contienda electoral.
Parece increíble que los franceses
tengan mayor sensibilidad en este sentido que los propios mexicanos que optaron
por entregar su voto al candidato priista a pesar de cuanto significa el
retorno del viejo PRI de siempre en el futuro de la nación mexicana, que en el
discurso de Peña Nieto, obligadamente dice que “que no hay vuelta al pasado”.
Sin embargo, la evidencia de las viejas
prácticas truculentas desarrolladas durante setenta y tantos años combinadas
con las nuevas tecnologías para obtener los votos necesarios a cualquier precio
y sobre todo tipo de condiciones, hicieron que llegara al primer lugar junto
con el apoyo convenenciero de sus seguidores.
Esta es la característica de la mayoría:
entregar el voto a cambio de algo, lo que sea es bueno, si no se tiene un
objetivo determinado y los enlaces necesarios. Lo que importa es estar dentro
del presupuesto y alcanzar algo del gran hueso. La ideología y la fidelidad a
los principios del partido son cosa perdida desde hace mucho tiempo.
Las irregularidades que envolvieron al
proceso electoral –de las que hay testimonios y evidencias, unas presuntas y
otras absolutas– aún mucho antes de su inicio involucran no solamente a todos
los partidos políticos sino a las instituciones electorales, al gobierno
calderonista y a los poderes fácticos, particularmente Televisa y Tv Azteca, y a
los medios de comunicación afines, trátese de impresos, radioeléctricos y de
cable, sobresaliendo precisamente las del PRI por lo cuantioso, el número y la
envergadura de éstas que rebasan ostensiblemente los gastos de campaña
autorizados por el IFE.
¿Pero sabe usted qué va a pasar? Nada.
Absolutamente nada porque todos están coludidos. Todos son lo mismo y se cubren
unos a otros para continuar encastillados en el poder.
El PRI salió de Los Pinos en el año 2000
por el hartazgo de la gente de la corrupción, la injusticia, el enriquecimiento
ilícito y descarado de los funcionarios públicos, el tráfico de influencias, la
carestía, la pérdida del poder adquisitivo, la indiferencia de los gobiernos
priistas a las necesidades crecientes de los ciudadanos, el engaño y la
manipulación priista, la baja calidad educativa y la falta de empleos, entre
otras muchísimas más carencias de la población en general. Hoy, todo esto se olvida
y un número inferior de votantes en relación a los 112 millones de mexicanos,
nos hacen regresar al pasado.
Volvemos a la “dictadura perfecta”,
podrida por dentro y por fuera, donde todo es simulación y no olvidemos que Enrique
Peña Nieto es artista del Canal de las Estrellas.
Sin embargo, tenemos algunos elementos a
nuestro favor:
Los ciudadanos ya no se quedan callados;
protestan y se organizan a través de las redes sociales en forma efectiva.
Habremos de exigir fiscalización de la
legalidad del proceso electoral para tener conciencia cierta de lo acontecido y
actuar en consecuencia.
Habremos de saber si hubo dinero del
narco en dicho proceso y seguir sus repercusiones en la legalidad del mismo.
Habremos de seguir que se cumpla promesa
por promesa.
Tenemos una juventud universitaria
invaluable, interesada y vigilante de la vida política y social del país,
comprometida con construir una democracia real, cuyo objetivo perseguimos
millones de ciudadanos.
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