Hacemos eco de ciertas declaraciones del escritor Carlos Fuentes en Madrid, España: …“no creo que el PAN esté hecho para el gobierno”… …“el PAN llegó prácticamente descalzo a la presidencia, es un partido que nunca ha tenido una base popular. Es un partido de clase media, católica, minoritario, y que nunca ha aspirado a tener la base del PRI, y el resultado es lo que vemos”…, desde su fundación —dijo— en 1939, esta formación política se creó como un partido de la oposición y nadie pensó en que pudiera sustituir al PRI en el gobierno, lo cual sucedió hasta el año 2000.
Estos conceptos resumen objetivamente la gran inoperancia e ineficacia del PAN en los gobiernos federales y estatales a partir de Ernesto Ruffo Appel de Baja California en 1989 hasta Felipe Calderón Hinojosa en 2010, y reflejan con claridad el desapego, y más que eso, el rechazo e indiferencia hacia las clases populares que ocupan el 80 por ciento, según ENIGH 2000, de la población mexicana. La clase media el 19.5 por ciento y el resto, la clase privilegiada de México que usted y yo sabemos quiénes son.
Si a esta ineptitud agregamos la rapacidad y la corrupción, por decir lo menos, de los gobiernos panistas, tenemos la exposición simple y directa de lo que acontece en nuestro país y afecta la vida nacional sin visos de solución alguna.
Felipe Calderón sólo atina a dar palos de ciego. Afirma que no cambiará su estrategia para combatir al crimen organizado a pesar de la violencia de los cárteles y de reconocer que esta guerra ha manchado la imagen del país. Ahora dice que sabía que era un problema colosal pero no quiso su gobierno “dejar a la gente en manos de criminales”. Pero la verdad es que el país está entregado a la violencia del narcotráfico cuya ola crece, crece e invade terrenos hasta hace poco no afectados, sin que su estrategia obtenga resultados efectivos sino sólo en el discurso y la gente está abandonada a su suerte.
Este es testimonio de un lector de La Jornada: “Por motivos de trabajo voy con frecuencia de Sinaloa a Jalisco. Siempre en mi cochecito. El miércoles de Semana Santa bloquearon la carretera internacional en el punto de revisión La Concha, entre Sinaloa y Nayarit. Por cinco horas unos 40 hombres fuertemente armados y encapuchados, vestidos de militares, asaltaron a todos los que sumisamente hacíamos fila, esperando turno para ser robados. El viernes santo, esos mismos delincuentes volvieron a hacer de las suyas, rafagueando al personal de revisión y dejando varios heridos”. “El miércoles 18 [de mayo], a las 12 del día, volvió a suceder en la carretera 200, en la única recta que hay en lo alto de la sierra llamada Mesillas, antes de llegar a Las Varas, Nayarit. Estuvieron dos horas asaltando a los viajeros, les quitaron valores y siete vehículos, entre camionetas y coches, dándose el lujo de escoger los más caros, pavoneándose con sus metralletas entre la gente, amedrentando”. “¿Cómo puede un comando fuertemente armado, viajando en varias camionetas, moverse libremente por las carreteras? La Policía Federal se esconde en las bajadas para tomarnos por sorpresa a los ciudadanos comunes, pero a ellos qué, ¿no ve pasar nunca a estos comandos? ¿Son paramilitares, de los que tanto se habla? ¿Los han soltado como perros rabiosos para aterrorizarnos y además les dieron carta libre para que se financien? Quienes sobrevivimos de nuestro trabajo honesto, viajando constantemente, ¿tendremos que seguir soportando estas experiencias pavorosas?”.
En el entorno de la Sierra Gorda empieza a sentirse el espectro de la inseguridad y la violencia cercana de la Huasteca potosina y de la Zona media y la gente se pregunta qué hacer o cómo organizarse para enfrentar un peligro creciente en el que los ciudadanos están, simplemente, solos...
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