Por Lic. Reynaldo Mota Molina
Felipe Calderón ofreció que se informaría con claridad y veracidad acerca de la crisis sanitaria que asuela al país con motivo de la influenza porcina. Tal ofrecimiento llama la atención porque en medio de los engaños y trampas, la desinformación y el ocultamiento que el mismo gobierno ha propiciado desde siempre, deslavando la credibilidad no sólo de la institución presidencial, sino de prácticamente todas las instituciones de gobierno, ahora se hace preciso que el mandatario que ostenta —bajo sospecha de fraude— el cargo de presidente de la República, salga a decir que se conducirá con transparencia e información veraz.
Felipe Calderón ofreció que se informaría con claridad y veracidad acerca de la crisis sanitaria que asuela al país con motivo de la influenza porcina. Tal ofrecimiento llama la atención porque en medio de los engaños y trampas, la desinformación y el ocultamiento que el mismo gobierno ha propiciado desde siempre, deslavando la credibilidad no sólo de la institución presidencial, sino de prácticamente todas las instituciones de gobierno, ahora se hace preciso que el mandatario que ostenta —bajo sospecha de fraude— el cargo de presidente de la República, salga a decir que se conducirá con transparencia e información veraz.
El gobierno en todos sus niveles e instancias —federal, estatal y municipal; Ejecutivo, Legislativo y Judicial—, como lo dicen algunos analistas, se gastan millones y millones de pesos en publicidad tratando de crearse una imagen confiable, sin lograrlo, porque sus acciones van precisamente en sentido contrario de lo pregonan. Los ejemplos saltan por miles a la vista en cualquier instancia y en cualquier lugar.
Al gobierno le ha pasado lo que al pastor con el lobo del famoso cuento y ahora nadie le cree, al menos, lo suficiente.
Y es que, en su afán de hacer saber sólo lo que él quiere, como él quiere y cuando él quiere, tiene capturados a los medios de comunicación casi en su totalidad con privilegios y canonjías corruptas, sin darse cuenta que el público, la inmensa mayoría, que no es estúpida, no cree ni confía en lo que repiten los portavoces serviles. El claro ejemplo son las televisoras.
Casi no hay medios confiables y los pocos que subsisten son acosados, perseguidos y vigilados, más que si fueran delincuentes y, en el peor de los casos, aniquilados, como sucedió a GRUPO MONITOR por decir la verdad.
Por eso ahora Felipe Calderón sale a decir que “el gobierno informará con toda claridad y con toda la verdad…”
¡No pues si!
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