Reynaldo Mota Molina
¿Qué mueve a los políticos que se hallan en el proceso
electoral para los comicios del 7 de junio próximo? ¿Se lo ha preguntado
usted…? ¿Será el afán de servicio para atenderlo a usted en sus necesidades?
¿Será el amor que sienten por su municipio, distrito, estado o la
responsabilidad de una curul, tanto así como para mejorar los males de una
sociedad? ¿Será acaso el amor a la Patria?
Si así fuera, por decir lo elemental, tendrán al menos
un plan de trabajo claro, específico y puntual, producto de un profundo
conocimiento previo a la campaña electoral consensuado con usted en las
diversas entrevistas que habrá realizado con anterioridad oportuna para conocer
la problemática en cualquiera de las entidades mencionadas, de tal modo, que
haya despertado sus anhelos y espíritu de servicio para ayudar a resolverla.
¿Suena a autopía? ¿Cuántas veces, antes de ahora, lo
visitaron los hoy flamantes candidatos a los puestos de elección para enterarse
de sus carencias y preocupaciones? ¿Conoce usted a cada uno antes del
despliegue propagandístico? ¿Cada candidato está identificado con usted?
¿Conoce usted su capacidad para el puesto que pretende ocupar? ¿Está seguro de
su honestidad? En conciencia ¿cree usted que será una alternativa de solución?
Porque lo que está visto hasta ahora es todo lo
contrario: Está demostrado que el político que se mete a estos asuntos tiene
solo dos objetivos: Poder y Dinero y
los que los siguen también; a ver qué sacan... No importa cómo ni de qué
manera, si es de forma ética y lícita o cuando menos, conforme a lo que
establecen las leyes en materia electoral.
Basta ver la calidad
y contenidos de la abrumadora y
cínica propaganda que no le dice nada, ni propone nada, ni garantiza nada; sólo
palabrería hueca, trivial y engañosa. La aparente descalificación de otros
partidos “contendientes” no es más que circo para entretener a la gente y dar
la apariencia de lucha democrática de
manera vulgar, porque en realidad esos partidos harán alianzas para lograr
intereses comunes cuando lo necesiten.
Bien sabemos que las elecciones son una simulación
para tener ante el mundo una imagen de país democrático —con los beneficios que
conlleva a los políticos y poderosos— con un costosísimo e inútil aparato
electoral, porque finalmente quienes quedan en los puestos clave son impuestos
por las élites política, económica, empresarial y extranjera, ante lo cual el
voto de usted no cuenta.
La mejor prueba de esto es Enrique Peña Nieto, su
ineficaz desempeño, su vida dispendiosa y la de su familia que ofende al pueblo
empobrecido, el escarnio con sus regias y truculentas mansiones y las de sus
allegados y, además, sus obscuras intenciones… ¿Para qué quiere cientos o quizá
miles de vehículos militares y el abrumador armamento que adquiere de Estados
Unidos si no estamos en guerra? a menos que esté próximo a declarar la guerra
contra el pueblo hambreado de México…
No sería de extrañar si consideramos las matanzas de
civiles a manos de las fuerzas armadas, militares, marinos y policías federales
y municipales en Tlatlaya, Estado de México; en Iguala, Guerrero, por el caso
Ayotzinapa; y en Apatzingán, Michoacán, al grito de ¡mátenlos como perros…!
Usted sabe si les da su voto a los políticos para que
tengan más poder y dinero…
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