Casi siempre las tragedias que suceden en nuestro país destapan el inframundo corrupto que las engendra. Baste recordar el incendio de la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora, que causó la muerte atroz de 49 víctimas inocentes —niños de la primera infancia—, bajo un manto de impunidad que permanece y mal cubre la red de complicidades “del más alto nivel” que es responsable de la tragedia.
Otro incendio —éste intencional—, el Casino Royale de Monterrey, Nuevo León, deja también al descubierto la amplia red de corrupción de todos los niveles de gobierno y del mundo empresarial que se benefician enviciando a la población. Los gobiernos panistas —Fox y Calderón— son los directamente responsables y promotores de la proliferación de casinos en el territorio nacional. Por eso es estúpida la “justificación” de Santiago Creel queriendo hacer creer que la intención era “reglamentar” y controlar los 120 centros de juegos que existían antes de la alternancia.
Las decenas de permisos que otorgó permitían la multiplicación operativa de cientos de casas de apuestas en el más completo desorden e irregularidad. En la actualidad “nadie” sabe a ciencia cierta cuántos centros de apuestas existen —para no llamarles “casinos” porque según Creel, están prohibidos…—; tan sólo en el sexenio de Fox, en el que Creel era Secretario de Gobernación, la cifra fluctuaba de alrededor de 500 hasta más de mil. “Nadie” sabe cuántos y cuáles son legales; “nadie” sabe quiénes son los propietarios actuales; nadie sabe nada…
Lo que sí se sabe —y Creel y Fox lo sabían, tanto como Calderón y su gobierno— es que dichos casinos sirven para el lavado de dinero, el tráfico de drogas, la trata de personas, la prostitución y otras jugosas actividades del crimen organizado.
En Nuevo León los gobiernos panistas fueron promotores del creciente número de casas de apuestas de todo tipo en contubernio con empresarios perversos. Es el caso de Juan José Rojas Cardona, conocido como “El Zar de los Casinos” y su hermano Arturo, que han apoyado, por ejemplo, las campañas políticas de Adalberto Madero y Zeferino Salgado (2006-2009) exalcaldes de Monterrey y San Nicolás, respectivamente, así como de senadores panistas, sin dejar de “salpicar” candidatos del PRI y del PRD, como magnates previsores. William Andrew Graven, exsocio del zar, afirmó en 2008 que éste entregó a Felipe Calderón Hinojosa 25 millones de dólares —dinero ilícito— para su campaña presidencial.
Rodrigo Madero Dávila y Ramón Madero Covarrubias, primos del citado Adalberto, son de los principales permisionarios de casinos de Nuevo León, junto con Jorge Hank Rhon y José Rojas Cardona, cuyos dominios se extienden en todo el país.
Como es sabido Jonás Larrazábal, hermano de Fernando, el actual alcalde panista de Monterrey, fue captado en el momento que recibía un fajo de dinero del casino Red de dicha ciudad que, dijo, era producto de la venta de quesos…
Esto puso en un brete pasajero al alcalde para cubrir la apariencias —hay quienes piden que sea expulsado del PAN por su presunta colusión con la extorsión— pero, ¿sabe usted qué va a pasar…? Nada. Porque todo está hecho del mismo sistema corrupto cuya impunidad es la garantía para hacer y deshacer lo que les dé la gana.
“Tontitos” no son: Fernando Larrazábal y Zeferino Salgado (éste hasta recibió un helicóptero del zar) son operadores políticos de Ernesto Cordero, heredero de Calderón para cubrirle las espaldas. De modo que todo está previsto para el fraude que viene incluyendo la votación de mexicanos en el extranjero, que puede ser el fiel de la balanza. ¿Quién garantiza su confiabilidad y control?
En todo este margallate, ¿alguien sabe dónde está el IFE con su papel de chivo? Porque después será el centro del tiro al blanco… Para eso es…
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