Reynaldo Mota Molina
Una gran majada cayó el pasado 15 de septiembre en Toluca, Estado de México, no sólo sobre los mexiquenses reunidos en el Teatro Morelos durante el primer acto público del nuevo gobernador, Eruviel Ávila Villegas, después de su toma de protesta, sino sobre todos los mexicanos porque allí, en ese foro, el PRI mostró palmariamente la asquerosa cloaca en la que se desenvuelve y en la que pretende continuar recreándose con la recuperación de Los Pinos a través de Enrique Peña Nieto en 2012.
Con las viejas prácticas a todo vapor reunió a unos dos mil acarreados en dicho lugar para aclamar no sólo al gobernador Ávila y al ex, Peña Nieto, sino a mafiosos como Arturo Montiel Rojas, exgobernador del Edomex, acusado en su momento de enriquecimiento “inexplicable”, escándalo que lo obligó a abandonar la precandidatura a la presidencia de México, y al contendiente de Felipe Calderón, Carlos Madrazo Pintado, otro espécimen de corrupción.
Imposible perder la memoria de los escandalosos depósitos bancarios en efectivo, ocultando su procedencia —15 millones de pesos en una sola operación— a través de su hijo Arturo; de la inmensa fortuna acumulada por medio de presuntas corruptelas e ilegalidades provenientes de fondos públicos y tráfico de influencias; la adquisición de costosas propiedades en Francia, España, Estado de México, Jalisco y Guerrero; y otras cuestiones sospechosas de enriquecimiento ilícito y peculado, de las que fue exonerado por las autoridades estatales en enero de 2006, a pesar de las fuertes evidencias en su contra, y en junio de 2007 la procuraduría mexiquense cerró oficialmente la investigación, y todos contentos.
Como muestra del “promisorio” futuro priísta del país, Eruviel Ávila aseguró a ambos exgobernadores, Montiel y Peña Nieto, dar continuidad a su gobierno y estar atento a sus consejos y aprovechar su experiencia…
Aunque hayan sido acarreados quienes aclamaron a Montiel y a los otros, es muy preocupante la pérdida de memoria de muchos ciudadanos dispuestos a entregar su voto por una torta, y a lo mejor ni eso…
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