La violencia y el crimen organizado tienen completamente rebasados a Felipe Calderón, al Ejército, a la Armada y a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), las máximas instituciones de seguridad nacional de México; tuvo que acontecer el asesinato de tres personas vinculadas al Consulado americano en Ciudad Juárez —la martirizada Ciudad Juárez— para que el gobierno de Estados Unidos volteara preocupado hacia la frontera mexicana, acostumbrado al paso cotidiano de las “hormiguitas” que sustentan su economía.
Debido a esta circunstancia y ante el rotundo fracaso de la “guerra” de Calderón contra el narcotráfico el presidente Barack Obama replantea sus planes de “cooperación” con nuestro país y se propone que los servicios de inteligencia estadounidenses controlen la lucha contra el narco. Según documentos oficiales y declaraciones de jefes del Pentágono ante el Congreso de Estados Unidos, estos corroboran la intención de la Casa Blanca de aplicar las técnicas de inteligencia militar utilizadas en Irak y Afganistán —que han mostrado su ineficacia— contra el narcotráfico mexicano, a fin de reemplazar la fallida estrategia calderonista y favorecer el eventual repliegue del Ejército mexicano de las plazas más “calientes”. O sea…
La secretaria de Seguridad Interior del país vecino, Janet Napolitano, declaró el 17 de marzo: “El presidente Calderón ha estado profundamente involucrado (en la lucha contra el narcotráfico) e incluso envió al Ejército a Ciudad Juárez, pero eso no ha ayudado”, lo que irritó enormemente a Felipe Calderón quien, a través del secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont, rechazó el señalamiento culpando a la traducción de un mal entendido. Sin embargo, ese mismo día el Departamento de Estado anunció que su titular, Hillary Clinton, llegaría a la capital mexicana el martes 23, acompañada del secretario de Defensa, Robert Gates, y la de Seguridad Interior, la propia Janet Napolitano, además de otros funcionarios de alto nivel de los Estados Unidos, seguramente a algo más que revisar la evolución de la Iniciativa Mérida.
La tozudez de Calderón de evitar someter al escrutinio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) su llamada “guerra” contra el narcotráfico y el incumplimiento del informe sobre del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, a dicha organización desde 2004, seguramente contribuyó al replanteamiento de los planes internacionales sobre la gravedad de la seguridad pública de México, que otros países perciben ya como una amenaza.
Sin embargo, Estados Unidos no tiene calidad moral y tampoco es garantía de “ayudar” a la solución del problema porque, sencillamente, es parte él; no sólo es el principal consumidor de drogas ilícitas en el mundo y el más importante mercado para la cocaína que se trasiega por nuestro territorio, sino también el más importante proveedor de armamento de alto poder para los grupos delictivos y el principal promotor de una estrategia contra las drogas que se ha evidenciado como fallida e improcedente, hacia México y el resto de América Latina, que significa un fenómeno económico que le genera gran poder financiero y una actividad inocultable en los más importantes centros financieros estadunidenses y mexicanos.
Todo el mundo sabe que mientras no se ataque el patrimonio económico y financiero del gran poder de los cárteles de la droga, de todos sin excepción, todo intento armado no será más que una comparsa con un altísimo número de muertos —más de 17 mil en tres años—, mientras la violencia y la ingobernabilidad seguirán creciendo en medio de la impunidad más absoluta como se ve en Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, y, prácticamente, en todo el territorio nacional, y que seguirá a pesar de la intervención gringa. ¿Será esto lo que buscaban provocar los cárteles?
Escuche la entrevista de Carmen Aristegui al corresponsal de Proceso sobre la visita de Hillary Clinton y su comitiva.
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